miércoles, 21 de marzo de 2012

Guitarra

Guitarra hazme reir
Guitarra hazme bailar
Llévame en tus notas
A un mar de felicidad

Guitarra hazme sentir
Guitarra hazme enamorar
Deja que mis caricias
Enciendan luces en la oscuridad

Guitarra hazme vivir
Guitarra hazme cantar
Demuestra con tus palabras
Que linda es la libertad

domingo, 8 de enero de 2012

La isla mojada


En el paralelo número 54 sur, meridiano 67 oeste del planeta Tierra se encuentra ubicada una isla que tiene una característica muy particular: de los 365 días que tiene el año, solo cinco son días soleados, 25 son días nublados y el resto son todos días de lluvias. Es decir 335 días en donde la precipitación se hace presente. Un promedio de 11 meses por año en donde los habitantes conviven pasados por agua. Pero lo mas extraño de este lugar no es el clima sino su gente. La isla Malga, o también conocida como "la isla mojada", cuenta con una población estable de 250 habitantes y se extiende a lo largo de 2 kilómetros sobre las aguas azules del océano atlántico sur. Con condiciones climáticas tan adversas podríamos pensar que los habitantes del pueblo viven la mayor parte del tiempo encerrados en sus casas y que solo aprovechan los pocos días nublados y de sol para tomar contacto directo con el mundo exterior. Sin embargo esto no es así, la gente oriunda del lugar pareciera estar acostumbrada a vivir bajo el agua. La lluvia no es una dificultad, por el contrario es el elemento natural y principal de su ecosistema.
El periodista uruguayo Washington Stong, a quien le habían llegado comentarios sobre la existencia de esta porción de tierra tan peculiar, visitó la isla en el año 1993 y quedó deslumbrado con el comportamiento de sus habitantes. Hecho motivador que lo llevó a escribir un libro sobre el estudio y análisis socio-cultural de los malgos, como así se los conoce a los nativos de la isla. En uno de los fragmentos del libro puede leerse claramente "He caminado por las pequeñas calles del pueblo y en todos los rincones se respira aire de mar, un aire que entra en los pulmones sin pedir permiso y que logra oxigenar hasta la célula mas ínfima del sistema bronquial. Sin lugar a dudas, la isla es un lugar maravilloso. Cuando recorro el sendero que nace en el pueblo y veo esas casitas tan sencillas rodeadas de pequeñas montañas descubro algo que es realmente fascinante. Luego al bajar por las colinas que finalmente desembocan en un mar que siempre luce tan azul y solitario encuentro una paz que jamás experimenté en ningún lugar del mundo. El tiempo pareciera detenerse en estas tierras y hasta se tiene la sensación de estar en los confines del fin del mundo. Pero tanta belleza contrasta con el clima de la isla en donde llueve casi todos los días. Clima que trae como consecuencia una población fría y de extrañas costumbres. A decir verdad los malgos no son muy sociables, rara vez entablan conversación con visitantes ajenos a la isla. Dedican la mayor parte de sus días a contemplar la lluvia, porque lo curioso de esta gente es que ellos no ven la lluvia como una desgracia. La gente va a la playa cuando llueve y ninguno se queja de esta situación, sino que por el contrario hay consenso unánime en que cada gota caída del cielo es sinónimo de bendición.”
Con la llegada del 21 de Diciembre comienza el verano y comienza en consecuencia la temporada de tormentas intensas. Hay mitos y leyendas que hablan de la existencia de una nube solitaria que aprovecha la estación del verano para tomarse unas vacaciones y alojarse por 3 meses seguidos en la isla Malga. Es que realmente es así, se instala una nube y son 3 meses en donde cae un promedio de 12 milímetros de agua por día. Sin embargo, la gente de este lugar tiene hábitos muy extraños y pareciera que el verano es la época del año que mas esperan. La rutina típica en uno de estos días consiste en concurrir a las playas, siendo de preferencia las playas de la costa norte de la isla donde las condiciones del viento generan un proceso climatológico que favorece la caída de la lluvia a una mayor intensidad.
Están aquellos que concurren a la playa con una sombrilla y se guarecen del agua debajo de ella. Se ubican a metros del mar y se sientan en una silla a mirar el paisaje. Pueden pasar horas contemplando la lluvia que cae estrepitosamente sobre el océano. A veces suelen cerrar los ojos por unos instantes para apreciar en su totalidad el sonido que provocan las gotas de lluvia que caen sobre la arena. Ocasionalmente y cuando la necesidad se los requiere, salen del círculo de la sombrilla y dejan que su cuerpo sea empapado por la lluvia. Una vez que están totalmente mojados vuelven a esconderse debajo de la sombrilla y nuevamente se entretienen contemplando el horizonte.
Están los otros, a los que podríamos llamar “la mayoría”, que asisten a la playa solamente con su traje de baño y dispuestos a exponerse durante horas al agua de la lluvia. Son aquellos que gustan de mojarse y tener su cuerpo siempre humedecido. Las gotas de lluvia son una especie de medicina natural para este tipo de personas.
Ambos grupos de personas son muy diferentes pero todas concuerdan en un mismo punto: disfrutan y viven con alegría la lluvia que el cielo les regala.
Un dato curioso es que los registros del servicio meteorológico solo han documentado un día de sol en el período estival comprendido entre los años 1910 (fecha a partir de la cual comenzaron a llevarse registros de las condiciones climáticas de la isla) y 2010. Es decir en un lapso de 100 años los habitantes de la isla Malga solamente pudieron disfrutar de un día soleado en verano. Esto ocurrió el día 15 de febrero de 1994. En verdad ese día amaneció nublado y alrededor de las ocho de la mañana comenzó a lloviznar levemente. Dicen los historiadores que las playas estaban colmadas de gente y a las diez de la mañana sucedió lo que nunca había ocurrido en años: el cielo se abrió de golpe y dejó ver un sol radiante y luminoso que en poco tiempo transformó el paisaje marrón de las playas mojadas en un paisaje dorado de finos granos de arena. Fue un día espectacular, el termómetro llegó a marcar 38 grados y hasta las nueve de la noche el cielo se mantuvo despejado.
Ese día fue considerado por el servicio meteorológico nacional como el mejor día de la temporada batiendo record histórico de temperaturas. Sin embargo no fue así para los habitantes del pueblo. Es que aquella vez que apareció el sol, bastaron unos pocos segundos para que las playas quedaran totalmente desiertas. La gente huyó despavorida para sus casas, la alegría se evaporó con los primeros rayos de sol y por primera vez en años de veranos, las arenas fueron solamente ocupadas por sentimientos de tristeza y exasperación.


sábado, 3 de diciembre de 2011

En un solo paso con muchos atajos


Llega el amor, el amor llena

Amo las alas de la libertad
Amo el placer de la paz
Amo la alegría de la vida
Amo la convicción de los sueños
Amo el sonido de lo divertido
Amo la justicia de la verdad
Amo la simpleza de la bondad
Amo la generosidad colectiva
Amo la fortaleza de la confianza
Amo la luz de la humildad

Del amor al odio hay un solo paso
Del odio al amor hay muchos atajos

Odio la oscuridad de la soberbia
Odio la debilidad de la duda
Odio el egoísmo individual
Odio lo complejo de la maldad
Odio la injusticia de la mentira
Odio el silencio de lo aburrido
Odio el escepticismo de la realidad
Odio la tristeza de la muerte
Odio el dolor de la guerra
Odio las cadenas de la esclavitud

Se va el odio, el odio vacía

sábado, 15 de octubre de 2011

Reir la vida

Reir la vida
Mostrar el alma a carcajadas
Dejarnos empapar con esa brisa
Y andar caminos sembrando sonrisas.

Reir la vida
Y limpiar todas las heridas
Oxigenar el cuerpo con esa energía bondadosa
Y transformarla en alegría contagiosa

Reir la risa
Reir hasta que nos duelan las costillas
Llorar la risa
Llorar hasta ahogarnos en la risa

Reir la vida
Reirla y disfrutarla hasta el último día.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Perderlo todo

Perderlo todo
Perder las amarras y salir a navegar
Perder el equilibrio y volverse a levantar
Perder una batalla y seguir luchando
Perder el juego y seguir jugando

Perderlo todo
Perder la pasión, perderla en un beso
Perder el aliento, perderlo en un suspiro
Perder el miedo, perderlo en todos los días

Perderlo todo
Perder la razón y escuchar al corazón
Perder la conciencia y aprender la lección
Perder el camino y desafiar al destino
Perder el tiempo y disfrutar el momento

Perder el dinero, perder un amigo
Perder la cabeza, perder un amor
Perderse en uno mismo y volverse a encontrar
Arrojar todo al agua y dejarlo perder
Hundir todo en el océano y que solo lo bueno sea devuelto por el mar.

Perderlo todo
Simplemente perderlo todo y volver a empezar

sábado, 20 de agosto de 2011

El fantasma

Si buscamos en el diccionario el significado de la palabra “borracho”, veremos que una de las posibles respuestas es la siguiente: persona que tiene trastornadas temporalmente las capacidades físicas y mentales a causa de un consumo excesivo de alcohol.
Hace ya un tiempo atrás me puse a investigar en forma más profunda este fenómeno extraño que suelen denominar como “borrachera”. Luego de un análisis exhaustivo en donde he observado el comportamiento de individuos que se inician en el hábito de la bebida, he investigado con parapsicólogos y médicos el proceso que atraviesa el cuerpo y la mente cuando una persona bebe; puedo decir casi con certeza que los resultados de mis estudios son asombrosos.
El significado del término borracho no es tan simple como nos describe el diccionario, sino que detrás de estas palabras se esconde la figura de un fantasma. Si, escuchó bien (y no estoy borracho), un fantasma. Un fantasma que utiliza el alcohol como anestesia para apoderarse momentáneamente de nuestros cuerpos. Cuando una persona está ebria el alma empapada en alcohol, entra en un estado de semidesmayo y se queda dormida convirtiendo a su cuerpo en la presa fácil del fantasma. No se puede definir el punto exacto pero hay un momento, quizás la octava o novena copa, en que el cuerpo empieza a titubear, la visión se nubla y la cabeza se sube a una calesita. Es en ese preciso instante cuando el fantasma suele atacar. Quienes toman casi ni se dan cuenta, el fantasma no les roba el alma sino que aprovechando esta situación, se apodera de sus cuerpos y sus movimientos. Una vez cumplido este objetivo, el fantasma tiene libertad de acción con nosotros pero solamente por el término de unas horas. Cuando definitivamente comienzan a desaparecer los efectos de la borrachera, se verá obligado a abandonarnos.
A través de charlas que he mantenido con personas que aseveran la existencia del fantasma, he recabado infinidad de anécdotas con las cuales no solo podría escribir un cuento, sino que podría editar un libro entero.
Entre las historias más populares, muchos recuerdan la noche en que el fantasma se apoderó del cuerpo de un pescador que había estado toda la madrugada bebiendo alcohol. Esa vez el whisky fue la bebida utilizada como nexo para atacar. A eso de las ocho de la mañana, cuando la botella ya estaba vacía, el pescador bajó hasta la playa y se internó con sus redes en el mar. Como todas las mañanas dio un par de vueltas en el agua, esperó un tiempo prudencial y finalmente recogió las redes. En la orilla desenvolvió los hilos y seleccionó uno por uno los peces atrapados. Depositó en un baúl de madera aquellos peces que tenían un tamaño considerable y un alto potencial de venta, mientras que los peces de tamaño inferior los arrojó nuevamente al mar.
En su segundo intento de pesca, mientras envolvía la red descubrió que el peso de un gran pez dificultaba su tarea. Tiró con fuerza hacia la orilla y al llegar a tierra firme sus ojos observaron atónitos a la joven y bella sirena que se hallaba envuelta entre las redes. No podía creer lo que estaba viendo, una figura con torso de mujer pero con cola de pescado en su parte inferior. El pescador forcejeó unos minutos con la sirena que luchaba por ser liberada y regresar al mar. Cuando finalmente pudo controlarla, la metió dentro del baúl de madera y la cerró con candado para que no pudiera escapar. El hombre dispuesto a hacerse millonario llamó a los medios de televisión para vender las imágenes de la primicia. En el pueblo todo fue una revolución, las sirenas dejaban de ser un ser mitológico y estaba en el cofre la prueba de su existencia. Una vez negociado el precio con una de las más importantes cadenas de televisión, el cofre fue abierto, saliendo a la luz la verdad. En ese instante los canales transmitieron en vivo y en directo las imágenes de una rubia mujer vestida con traje de neoprene y patas de rana, quien a los gritos explicaba que ella era simplemente una nadadora que había sido privada de su libertad por este loco e imbécil borracho. Todo había sido una confusión o mejor dicho otra de las tantas travesuras del fantasma.
Muy conocida es también aquella vez en que el fantasma hizo de las suyas con una mujer de alrededor sesenta años que se encontraba de vacaciones a bordo de un crucero. Es que cuando anunciaron por los altos parlantes del barco que habilitaban una hora de caipirinha gratis, el fantasma no tuvo mejor alternativa que acostarse en una de las reposeras de la proa y deleitarse con su próxima víctima. Así fue como apareció esta pobre mujer en las inmediaciones de la barra de tragos y comenzó a beber desaforadamente. Ya después de una hora, cuando el alcohol comenzaba a fluir como oxígeno por el cuerpo de esta mujer, el fantasma no dudó y atacó. Rápidamente la mujer se convirtió en el hazme reír de la tripulación. Risas, gritos, bailes ridículos y hasta un desnudo delante de la multitud fueron protagonizados por la mujer que actuaba semejante papelón ante la connivencia dolosa del fantasma.
Los borrachos nunca se acuerdan lo que hicieron porque todo lo hace el fantasma. Algunas teorías afirman que en verdad no se trata solo de un fantasma, sino que son varios distintos, cada uno de ellos con una personalidad diferenciada, estando aquel que gusta de las fiestas y la diversión, como aquel extremo opuesto que disfruta de recuerdos y melancolías. Los expertos que han intentado estudiar este fenómeno aseguran que los fantasmas son en realidad almas a las que se les ha negado el acceso al paraíso y que fueron condenadas para siempre a morar en una dimensión incierta. Con el tiempo estos fantasmas supieron ingeniárselas y descubrieron que a través del alcohol podían apoderarse de los cuerpos terrenales y aunque el efecto no durara mucho tiempo, se convirtió en la forma más eficaz para volver a vivir pequeñas experiencias humanas.
Generalmente se los puede encontrar en las fiestas, ya que es allí en donde abunda el alcohol en cantidades y las personas que disfrutan de beberlo en exceso. Una de las bromas preferidas del fantasma es la de abandonar el cuerpo de sus víctimas en el instante en que se vuelven a sus casas, suelen hacer despertar a la persona en el momento en que el colectivo o el tren está llegando al final del recorrido. Son miles los casos de jóvenes que toman el tren para volver a sus casas y teniendo que bajar en la estación de Ramos terminan despertando en la estación de Moreno. Otras bromas que realizan con frecuencia es la de dejar a sus víctimas durmiendo en lugares ridículos, siendo muy conocidos los casos de madres que despiertan y encuentran a sus hijos dormidos en las bañaderas de sus casas.
Es importante aclarar que el fantasma no mata, pero saca a la luz las peores miserias de nuestras vidas. Personalmente quiero dar fe de su existencia pues yo también he sido una de sus víctimas. Todos somos vulnerables a sufrir uno de sus ataques. En familia o con amigos, en cualquier reunión, fiesta o lugar en donde haya una copa de alcohol, ten la certeza que el fantasma anda ahí, al acecho y en busca de su próxima víctima.

sábado, 25 de junio de 2011

Hormigas

Algunos dirán que fue mi primer amor de verano, para mi es simplemente una vieja y triste historia que se mantiene oculta en un rincón oscuro de mi mente afectiva. Digo que es vieja porque todo ocurrió allá lejos y hace tiempo cuando apenas tenía 6 años. Digo que es triste porque no tiene un final feliz, porque ni siquiera en la más perfecta película de Hollywood podría haberse imaginado un desenlace tan cruel como el de esta historia. Recuerdo perfectamente cómo empezó pero más recuerdo cómo fue que terminó.
El comienzo fue un día caluroso del mes de enero, una de esas tardes en las que el termómetro se acerca a los cuarenta grados y en la que la siesta se convierte en el refugio favorito de la gente. Después del almuerzo mi padre me ayudó a inflar las gomas de la bicicleta para salir a dar unas vueltas. El momento justo en que la vi por primera vez fue ese, cuando abrí la puerta de casa. Estaba tan atolondrado que casi la atropello con la rueda delantera. Clavé los frenos de golpe y sin pedirle disculpas la dejé pasar. Ella era morena, esbelta y perfecta, de andar ligero y elegante. Traté de seguirla pero los límites que me habían impuesto mis padres eran para cumplirse y exigían que con la bicicleta sólo se me permitiera andar de esquina a esquina. Esa tarde no hubo forma de perseguirla. Obnubilado y anonadado la perdí de vista apenas cruzó la línea de la ochava.
Por suerte durante la semana siguiente, similar escena se volvió a repetir. En muy poco tiempo, el hábito de sentarme a esperar para verla pasar se convirtió en rutina diaria. Pero no podía quedarme solo con esa imagen, no podía dejar mis sentimientos relegados, necesitaba saber mas información. No era normal que se produjese semejante admiración sin siquiera cruzar una palabra. Quién era, dónde vivía y cómo era su vida eran los datos que mas me generaban intriga. Diseñé un plan para averiguar este objetivo. Tenía un dato cierto: sabía que ella tenía la costumbre de pasar todos los días alrededor de las tres de la tarde por la puerta de mi casa. El día elegido había sido el viernes, en casa la esperaría y en el momento en que pasara, disimuladamente la seguiría.
Cuando llegó el día viernes, un rato antes de la hora pactada, a eso de las dos y media de la tarde, me senté sobre el umbral a esperarla. En vano fue la espera pues esa tarde no apareció. La causa de su ausencia en su momento fue un misterio que supe entender años mas tarde. Creo que fue la lluvia que cayó ese día sobre la ciudad de Buenos Aires la razón principal por la que se permitió no aparecer.
La decisión de esperar al día siguiente fue acertada. A las tres y dos minutos allí venía con su paso apresurado como siempre. Cargaba en sus manos unas hojas. Casi sin que se diera cuenta comencé a perseguirla. Ella caminaba bien pegada a la acera y yo disimuladamente, como un detective, detrás de sus pasos. Al llegar a la esquina de la calle Cervantes, sin cruzar de vereda, giró a la derecha y siguió con paso firme por las baldosas de la calle Sánchez. Yo seguía allí, sigilosamente atento a sus movimientos. Por aquella cuadra en donde los árboles frondosos apenas dejan un espacio angosto para caminar, avanzó unos 30 metros y se metió en una casa vieja y sucia que yo creía abandonada. Era una casa de color rosa pálido con rejas negras y con un pequeño jardín en el frente. El jardín estaba bastante descuidado y se había convertido más bien en una tapera de yuyos. Regresé a casa con la certeza que la misión estaba cumplida, había logrado averiguar su domicilio y ya no tendría necesidad de aguardar hasta las tres de la tarde para poder apreciar su presencia.
Así pasé mis tardes de verano dominado por esa loca y elemental necesidad de sentir su presencia, necesidad de ir hasta la puerta de su casa y esperar el momento en que saliera. Ella constantemente me ignoraba. A decir verdad, creo que nunca se dio cuenta de mi presencia. Mi hermano mayor me decía que todas eran iguales, que dejara de preocuparme y ocupara mi cabeza en otras cosas.
Lamentablemente todo principio debe tener un final y el 3 de Febrero fue el día del juicio final. A partir de ese día, ella ya nunca más volvería a frecuentar el frente de mi casa. Fue por culpa de un maldito vecino que la asesinó a sangre fría. La dejó tendida sobre el pavimento y con gesto de despreocupación siguió su marcha como si nada hubiese ocurrido. Además de mí, había 4 o 5 testigos más presenciando la escena del crimen, pero nadie se inmutó ante tan terrible atrocidad. Como si fuese normal andar por la calle cometiendo este tipo de acto. Yo solo tuve reflejos para correr en su ayuda pero lo hecho ya estaba hecho y el tiempo no puede volver atrás.
Mi padre me dijo que no debía llorar por tonteras. Pero esa era su forma de pensar, el punto de vista de una persona grande. Es que las personas cuando crecen se olvidan de dónde venimos, se olvidan de nuestra única y vital identidad. Para mí no era ninguna tontera, era lo más cruel que podía ocurrirme. El mundo en el que yo creía estar viviendo no era tan perfecto y justo como lo había imaginado. Ver a un adulto levantar su pie derecho y golpearlo con fuerza contra el suelo con el fin de aplastar a un ser pequeño e indefenso merece el peor de los castigos. O acaso a vos te gustaría que mañana apareciese un gigante y te aplastara con sus pies o sus manos y te matase en tan solo un instante. Sin dudas, solo una persona sin alma y sin corazón tiene las agallas y el coraje suficiente para cometer semejante brutalidad.

sábado, 16 de abril de 2011

La desconfianza


Habían pasado ya cuatro días y la tostadora seguía rota. Es que desde aquella mañana en que dejó de funcionar, Paula había estado demasiado ocupada como para detenerse a pensar en cómo resolver dicho problema. Por suerte había llegado el tan ansiado día sábado, día en que el estereotipo común de la gente tiene tiempo para ocuparse de aquellos temas que la semana les dejó en la lista de pendientes. En busca de una nueva tostadora, Paula se dirigió a una conocida casa de venta de artículos para el hogar. Al entrar, rápidamente un vendedor se acercó a ella.

- Buenos días señora. Bienvenida a la casa de electrodomésticos más importante de la Argentina. ¿En qué puedo ayudarle?

- Buen día, ando buscando una tostadora porque resulta que la que tengo en casa se me rompió hace un par de días atrás y no consigo quien me la pueda arreglar. ¿Ustedes por casualidad no reparan electrodomésticos?

- Mire señora, acá no reparamos, solo vendemos productos nuevos. Igualmente reparar una tostadora usada no tiene mucho sentido; el precio que puede llegarle a salir el arreglo es similar a lo que sale comprar una nueva. Yo le recomiendo comprar una nueva, permítame mostrarle los modelos que tenemos disponibles. Venga por aquí por favor.

Sin pronunciar una palabra y casi en forma obligada, Paula siguió al vendedor. Pasando el stand de los lavarropas giraron hacia la izquierda y caminaron hasta el final del pasillo hasta llegar a la góndola en donde estaban expuestas las tostadoras. El vendedor tomó una de ellas.

- Esta es la marca más económica que tenemos, sale $89, permite descongelar, tostar y viene con bandeja recolectora de migas. Después por un poquito más tiene esta, que viene con 5 niveles de tostado y sirve para todo tipo de panes.

- ¿Y esa cuánto sale?

- Esta le sale $109. Si lo que anda buscando es algo de mejor calidad, le recomiendo estos modelos que ya vienen con 2 ranuras para todo tipo de panes, permiten controlar el nivel de tostado y el precio va desde los $139 a los $169. Mire lo que es esta tostadora, viene terminada en acero inoxidable, con paredes frías al tacto y 7 niveles de potencia. Esta es la mejor tostadora que hay en el mercado, capaz de hacer feliz a cualquier persona.

- No diga pavadas, la felicidad no existe.

- Existe, solo hay que saber encontrarla.

- Mas que encontrarla, yo diría que hay que ser vendedor para saber inventarla.

A Paula no le interesaba el precio, ni siquiera las múltiples aplicaciones secundarias que podía tener una tostadora, ella simplemente quería tener sus deliciosas tostadas humeantes en las mañanas de su desayuno. Así que sin pensarlo demasiado decidió:

- Llevaré la que cuesta $109.

- ¿La quiere en color blanco o negro?

- El blanco me gusta mas.

- ¿La va a pagar en efectivo o con tarjeta?

- Con tarjeta en 6 cuotas por favor.

- Perfecto, en 6 cuotas tiene un recargo financiero del 10%.

- No hay problema por ello.

- Le comento el tema de la garantía. El producto ya viene con una garantía de fábrica pero es solo por 3 meses. Nosotros le ofrecemos una garantía extendida por un año. Usted me dijo que lo pagaba en 6 cuotas, así que solo tendría que abonar $5 más en cada cuota y se asegura de estar cubierta ante cualquier desperfecto que la tostadora pudiera llegar a tener en el plazo de un año contado a partir de la fecha de compra.

El paso del tiempo, que ya marcaba surcos en el rostro de doña Paula, le había enseñado el hábito de ser y actuar con cautela. En la vida nadie regala nada. Ese pensamiento fue lo que hizo que Paula adquiriera el defecto (que algunos llamaban virtud) de transformarse en una persona que desconfiaba hasta de su propia sombra. Rápidamente hizo la cuenta mentalmente: 6 por 5 representaban $30 adicionales, casi el 30% del valor del producto para una garantía que seguramente no utilizaría.

- Déjelo así, con la garantía de fábrica es suficiente.

- Piénselo señora, son $5 mas por mes.

- He dicho que no.

- Bueno, acompáñeme por caja por favor.

- Aguarde un momento.

En ese instante, Paula abrió su cartera, con sus manos sacó una rodaja de pan lactal y mirando al vendedor dijo:

- Antes de pagar quiero corroborar que el producto que me voy a llevar funcione correctamente. El vendedor sorprendido fingió una sonrisa y acotó:

- Quédese tranquila que todos nuestros productos funcionan en óptimas condiciones y son testeados por expertos antes de ser traídos al local.

- Todo lo que usted diga pero yo hasta no verlo no lo llevo.

El vendedor con una expresión ofuscada, enchufó la tostadora, introdujo la rodaja de pan en la ranura y bajó la perilla para que comenzara a calentar. Al cabo de 3 minutos, la tostadora seguía en funcionamiento. Paula y el vendedor se miraban desafiantes como queriendo ganar cada uno su propia batalla. Lo cierto es que la perilla de corte no funcionaba y luego de 5 minutos comenzó a salir humo. La tostada se estaba quemando y de a poco se iba convirtiendo en carbón. El vendedor no tuvo otra opción que aceptar su derrota y desenchufar el aparato para que dejase de calentar.

- ¿Y qué me dice de sus productos testeados por expertos?

- Disculpe señora. Puede fallar y esta vez falló. Ya se la cambio por otra tostadora.

Al rato regresó con una nueva tostadora y repitieron el proceso para corroborar que funcionara correctamente. Esta vez antes de que se cumplan los 3 minutos el aparato cortó en forma automática dejando que la tostada se asomara a la superficie en un salto casi perfecto. La rodaja de pan que hace unos minutos era blanca como una hoja de papel, se había convertido ahora en una flamante tostada dorada que esperaba ser untada en manteca y dulce. Al ver que el aparato funcionaba en óptimas condiciones, el vendedor preguntó nuevamente si lo pagaría en efectivo o con tarjeta, a lo que Paula respondió con tono firme y desconfiado:

- Déjelo nomás, cualquier cosa por la tarde me pego una vuelta.

domingo, 16 de enero de 2011

La cárcel de la libertad

Era difícil de entender. Ninguna de las dos posturas parecía ser la mas acertada. Por un lado estaban los ultraderechistas que afirmaban que los delitos de robo y asesinato debían ser castigados con la pena máxima de prisión. Pena que condenaba al reo a pasar el resto de sus días en una pequeña celda. “El delincuente debe pudrirse en la cárcel”, “el que mata tiene que morir”; eran las frases que mas se escuchaban en las elites populares que apoyaban estas ideas. Por otra parte, estaban los defensores de los derechos humanos, quienes sostenían que el preso era una víctima del sistema social y por tanto la solución no era el encierro sino que había que generar políticas de gobierno que permitieran educarlos y reinsertarlos en la sociedad.
Las autoridades de “La Calota”, un pequeño pueblito ubicado en el sur de la Patagonia Argentina, creían haber encontrado la respuesta perfecta al dilema: habían construído “la cárcel de la libertad”, una cárcel erigida en el medio del desierto patagónico que rompía con todos los estereotipos modernos. Es que pensar en una prisión en donde no existieran las celdas no tenía mucha lógica. El preso estaba al aire libre y eran los policías quiénes estaban detrás de las rejas. Básicamente, las instalaciones de la prisión solo consistían en un pequeño edificio rodeado por un cerco perimetral. Dentro del cerco yacía el edificio y el personal policíal; fuera de éste, a la intemperie y en libertad estaban los prisioneros.
Fue un 18 de Febrero el día elegido para inaugurar oficialmente la nueva prisión. Ese día todos los destacamentos policiales de la ciudad fueron desocupados. La gente del pueblo se amontonó en la plaza principal para observar como los reclusos eran subidos a grandes helicópteros militares. Obviamente que ante la inexistencia de carreteras que permitieran llegar hasta “la cárcel de la libertad”, la única vía de acceso para cruzar el desierto era la aérea. Luego de un viaje de 1 hora se aterrizaba en la terraza de la nueva cárcel. Allí, los presos eran trasladados hacia la planta baja del edificio en donde los guardias encargados de mantener la seguridad y vigilancia, los despojaban de sus pertenencias, los acompañaban hacia el exterior y una vez cruzado el alambrado que protegía la prisión, se los dejaba en libertad.
Si bien estaban libres, el lugar era desolado, solitario y aburrido. Estaban rodeados de un paisaje gris, sin árboles y con apenas unos arbustos cuyas hojas eran secas. Parecía que estaban en el medio de la nada, en el medio de un gran bosque que había sido totalmente arrasado por las llamas de un incendio. Algunos dicen que en el momento de la creación Dios se habría olvidado de pasar por estos pagos, dejando una hoja en blanco en los libros del planeta Tierra. Hacia el norte, el sur, el este y el oeste, todo se veía igual. Tanta monotonía escondía cierto castigo.
Los presos no eran maltratados, sino que todo lo contrario. Cada uno era libre de iniciar una nueva vida, una vidad difícil ante las adversidades del desierto pero una vida digna y fuera de las rejas. Todos aquellos que se quedaban en las inmediaciones de la prisión recibían alimentos 3 veces por día y hasta tenían pequeñas chozas para refugiarse durante la noche. También se les ofrecía la posibilidad de recibir familiares y que los mismos se quedasen viviendo con ellos. Muchos otros optaban por emigrar y emprender a pie el largo camino que les permitiera retornar a la ciudad. Si bien era imposible cruzar caminando el desierto, algunos tenían la ilusión de poder alcanzarlo. Los pocos valientes que se animaban fracasaban en el intento y a los pocos días regresaban al refugio de la prisión. Los que no regresaban no era porque habían logrado la hazaña, sino que era porque el desierto les había ganado a su vida.
Jamás se supo la causa por la cual de un día para otro la cárcel dejó de funcionar y nunca mas se abrieron sus puertas. Sin embargo los archivos de la prisión esconden un dato curioso: durante los 45 años que la cárcel estuvo en funcionamiento, ningún preso murió de viejo, todos, absolutamente todos, murieron de angustia y soledad.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Los intrusos

Imaginemos por un instante que nos encontramos perdidos en el medio de un desierto y que miramos hacia todos los puntos cardinales y no vemos más que miles y miles de kilómetros de arena. Ahora pensemos que ese desierto representa al universo. Pues bien, si quisiéramos ubicar a la vía láctea dentro de ese desierto, solo bastaría con tomar un granito arena. Es que eso es lo que somos en el universo, un diminuto grano de arena en el desierto.
Creer que estamos solos en el mundo es un pensamiento un tanto egoísta. Si repasamos la historia de la humanidad, nos daríamos cuenta que uno de los grandes dilemas del hombre fue enfrentarse a los cambios de paradigmas. Cuando los pilares del conocimiento son abatidos y lo que creíamos como una verdad absoluta se convierte en una falacia, solemos reaccionar de un modo irracional. Se teme a lo desconocido y lo incomprensible genera incertidumbre. Cuando Galileo Galilei dijo que el sol no se movía y que era la Tierra la que giraba alrededor de este, se lo trató de loco y se lo condenó a prisión perpetua. Cuando Cristóbal Colón dijo que la Tierra no era plana, muchos pensaron que era un demente que al adentrarse aguas adentro correría la suerte de ser devorado por grandes bestias marinas y que de eludir este obstáculo, llegaría a un punto en donde el mar se terminaría y no le quedaría otra opción que la caída libre al vacío.
La historia de Emma está basada en un hecho real. Mentes cerradas dirán que es ciencia ficción, mentes abiertas llamarán a la reflexión.
Emma era una mujer sencilla que acababa de cumplir treinta años. Hacia cinco años que la profesión de su marido Juan la había obligado a instalarse a vivir en el campo. Juan era un ingeniero agrónomo y desde que se había mudado al campo, la falta de trabajo había dejado de ser una preocupación. Allí estaban rodeados de estancias que requerían de su mano de obra. Junto con Emma habían comprado una pequeña casa en la localidad de Pehuajó, provincia de Buenos Aires. La casa en la que vivían estaba ubicada en el centro de un gran campo. Una pequeña galería rodeaba los cuatro lados de la casa y era el sitio ideal para sentarse a contemplar el paisaje que brindaban los campos sembrados de trigo. En verano lucían un vivo color amarillento que en los atardeceres mudaba a anaranjado. Lo cierto es que la casa estaba sola, casi en el medio de la nada, y su vecino mas cercano vivía a unos diez kilómetros.
Cuando le preguntaban a Emma entre la vida en el campo y la ciudad, ella decía que nada se comparaba con la tranquilidad que le brindaba el campo. Definitivamente la ciudad no era para ella. La multitud de gente, el cemento y el humo formaban parte de su vida pasada y obviamente que no los extrañaba, más bien los detestaba. Pero hubo un día en que ese pensamiento dio un giro de ciento ochenta grados y trocó hacia el otro extremo. Fue una noche de Mayo, más precisamente un miércoles catorce de Mayo de 1980. Esa noche Emma se encontraba sola. Juan estaba de viaje por trabajo puesto que era época de cosecha y era habitual que se ausentara por unos días.
Emma terminó de cenar, lavó los platos y vio por la ventana que pronto se aproximaba una tormenta. Al menos eso creía dado que una gran cantidad de nubes grises se encontraban a muy baja altura. Se acostó en la cama y a eso de las diez de la noche se quedó dormida.
El silencio de la noche se vio interrumpido por los ladridos de unos perros que despertaron a Emma. Observó el reloj y eran las dos de la mañana. Dio un par de vueltas en la cama e intentó volver a dormirse. Luego de quince minutos los ladridos seguían siendo constantes y si bien se escuchaban muy a lo lejos, eran un tanto insoportables como para conciliar el sueño nuevamente. Emma comenzó a preocuparse pues no era normal que los ruidos continuaran. La intriga la llevó a levantarse y caminar en dirección a la cocina para observar por la ventana que daba hacia el lado del cual provenían los ladridos.
Hasta ese momento Emma no sentía miedo, pero al mirar por la ventana el pánico entraría a su hogar y se produciría el punto de inflexión por el cual Emma dejaría de enaltecer la vida en el campo y se inclinaría por volver a vivir a la ciudad. Afuera, casi en el horizonte, entre tanta oscuridad llamaba la atención el reflejo de unas luces que cambiaban continuamente del color azul al verde y del verde al rojo. Emma pudo divisar que esas luces provenían de una casa que poseía tres ventanas. Dentro de las ventanas se observaba movimiento de personas. Eran tres personas que parecían estar discutiendo. Emma se asustó pues jamás había visto una casa en esa ubicación y era imposible que la hayan construido mientras dormía. Había intrusos en el campo. Rápidamente cerró y trabó todas las puertas y ventanas de su casa. Sin hacer mucho ruido, se detuvo a observar.
Pasaron más o menos cinco minutos en los que solo se veía la silueta de estos hombres en la ventana. Pero hubo un determinado momento en que dos de estas tres personas salieron de la casa. Fue en ese instante que Emma pudo verlos con mayor nitidez. Eran personas de contextura delgada y de baja estatura. Por el tamaño de sus cabezas, dedujo que deberían estar usando cascos. Caminaron unos metros en dirección al norte y pronto regresaron con cinco vacas y tres ovejas. Inmediatamente entraron nuevamente a la casa, primero los animales y luego ellos. Una vez dentro, volvieron a posicionarse los 3 individuos frente a la ventana. Fue allí cuando Emma advirtió que la casa de los extraños comenzó a moverse. No era una casa, era un objeto circular que en unos pocos segundos y en forma inexplicable se despegó de la tierra, se elevó por los cielos y desapareció.

domingo, 25 de julio de 2010

A la pesca

El atardecer es el momento ideal para salir a pescar. Es que cuando los últimos rayos de sol se esconden en lo mas profundo del alba dando lugar a la apertura de la noche, la marea aquieta sus aguas y se convierte en un ambiente tranquilo. Es en ese preciso instante en el que los peces mas grandes se acercan hacia la orilla en busca de alimento. Esta situación acrecienta las chances de que el pescador alcance mas fácilmente su objetivo, pero lamentablemente no es garantía de resultado positivo alguno. En la pesca uno puede tener a la suerte de su lado o en el extremo opuesto. Aunque no lo crean, teniendo todas estas variables a favor, mas de una vez he caído en el selecto grupo de quienes fueron abatidos por la mala suerte. Recuerdo una tarde de verano, en la que me dirigí hacia la playa que me había recomendado un amigo. Me había comentado que ese sitio era el lugar perfecto para la aventura de la pesca, que los mejores peces se conseguían en esa playa. El lugar de por si, no me decía nada. Era una playa como todas las demás, nada de otro mundo. Quizás, me había generado demasiadas expectativas y eso me jugaba en contra. Lo mismo me suele ocurrir cuando me recomiendan alguna película. Aquellas que se comentan de excelentes terminan desilusionando, mientras que las que se tildan de pasables son las que te dejan boquiabierto. En fin, generar falsas ilusiones no hace mas que opacar la realidad. Así que pensé que tal vez lo mejor no estaba ante la vista de mis ojos, el tesoro se encontraba oculto bajo ese mar y valía la pena quedarse a descubrirlo. Saqué mi equipo de pesca, dispuse todos los elementos sobre la arena y antes de tirar la primera red, hice una pausa para tomar un vaso de fernet. Ya de por si, partamos de la base que la pesca es una actividad que invita a beber unos buenos tragos, y el fernet es mi trago preferido, así que prefiero dedicarle un párrafo aparte.
El fernet es una bebida que proviene de una receta italiana que se elabora con agua, alcohol, azúcar, hierbas aromáticas y caramelo. Debe servirse en vaso de vidrio alargado y se coloca una medida de fernet y tres de gaseosa cola. De ese modo, los ingredientes se mezclan en su dosis justa formando una química cuasi perfecta. Casi me olvido de los mas importante, se debe servir con hielo, es fundamental al punto tal que el trago se termina de tomar y el hielo debe seguir en estado sólido reposando sobre el vaso vacío. Algunos recomiendan prepararlo con la medida de 50 y 50, pero lo cierto es que tengo amigos que lo hicieron de esta forma y terminaron mal. Es que esa es la dosis de quienes intentan ahogar penas y termina conduciendo a un estado de resaca que no hace mas que acechar al cuerpo hacia el terreno de los dolores de cabeza y los mareos constantes.
Una vez calmada la sed, agarré la caña y tiré la primera línea al mar. No hubo que esperar mucho, a los pocos segundo ya había pique. Igualmente, fue una falsa alarma, el pescado que saqué no era de mi agrado, así que luego de analizarlo y jugar un poco, decidí dejarlo ir devolviéndolo al mar.
Volví a tirar la caña y después de un rato (justo cuando comenzaba a aburrirme) hubo otro pique. Cuando empecé a recoger el riel, la intuición me dijo que era una excelente presa. En esos minutos me entusiasmé, me cebé y tuve ante mis ojos al trofeo que llenaría de orgullo hasta al mas humilde de los pescadores. Lamentablemente, cuando ya casi la tenía en mis manos, no sé cómo fue, pero el anzuelo se zafó y todo el trabajo que había hecho no sirvió de nada. De vuelta al casillero cero pero ahora con menos tiempo y con el ánimo por el suelo.
La solución para recuperarme: otro fernet. Luego de esto, salí nuevamente a la cancha. Sin embargo pasó un tiempo largo y no conseguí nada. Fue allí cuando decidí que lo mas conveniente era utilizar otro tipo de carnada si es que esa noche quería comer algo. Pero el cambio de estrategia no me trajo suerte y para colmo cada vez empezaban a caer mas competidores por lo que a mayor cantidad de participantes, menos probabilidad de enganchar un buen pez. Y todo esto me ponía cada vez mas nervioso y ansioso, ver que había personas con elementos y técnicas ridículas y que encima conseguían los mejores peces, era realmente indignante.
Me acuerdo que alguien me convidó con una caipirinha. La caipirinha es la bebida nacional de los brasileros y se prepara con lima, azúcar y aguardiente. Si bien es un trago fuerte, era un trago necesario para poder seguir en pie. Saqué la caña de repuesto y empecé a jugar con dos carnadas. Pero esa noche efectivamente los dioses estaban en la vereda de enfrente. Estoy seguro que esa noche podría haber tenido 50 cañas y todo el mar para mi solo que igualmente me hubiera ido con las manos vacías.
Ya cuando pasaron cuatro horas desde que había llegado, comencé a lamentar no haber tomado el primer pez y ya me conformaba hasta con sacar un bagre. Y ni hablar de una ballena. A pesar de estar prohibido, de haberla conseguido, sin dudas me la hubiera llevado a casa.
Y como quien no quiere aceptar su destino, no me quedó otra alternativa que refugiarme en la bebida. Perdí la cuenta de los tragos y cuando me quise dar cuenta ya todo se había terminado. Desapareció la melodía de la noche y el sol me encandiló de golpe. Tuve que volver a casa y en el camino de regreso solo se escuchaba la voz de mi conciencia que decía: “mas vale pez en mano que ver pasar a cien nadando”. El sábado que viene será mi noche. Es que la pesca es así, a veces se gana y a veces no.

domingo, 16 de mayo de 2010

Yo te quiero Paternal...

Algunos podrán decir que soy un "hincha vendido", pero como no voy a alentar si este equipo forma parte de mi historia, si todos los años de mi vida los viví en La Paternal y si el sentimiento que hoy tengo es algo que nace desde lo mas profundo del corazón.
Porque yo estuve de chico en los tablones de madera de la vieja cancha, porque la mitad de mi familia es hincha de Argentinos, si hasta mis abuelos con sus 86 años dejaron de hacer la siesta para seguir a este equipo, porque sufrimos promociones, ascensos y descensos, porque aprendí que lo imposible se puede hacer posible, porque tengo la sensación de estar viviendo un sueño, porque Paternal es una verdadera fiesta, por todo eso, dejenme gritar bien fuerte lo que ya está escrito en la historia: "Argentinos campeón 2010!" VAMOS BICHO CARAJO!

jueves, 13 de mayo de 2010

La sigo buscando, la sigo esperando

Ayer me senté a orillas del mar, me detuve unos instantes a mirar el horizonte y no la encontré. El sol recién estaba asomando. Miles de rayos de oro se reflejaban y se multiplicaban sobre el gigante espejo azulado. Las olas iban y venían trayendo ilusiones y llevando deseos. Contemplé una vez mas la inmensidad del océano y en todo ese hermoso paisaje no la encontré. Por la noche la busqué entre las estrellas. Miré detenidamente cada una de ellas, observé atentamente la luz de la luna pero en todo ese cielo estrellado juro que tampoco la hallé.
Duermo y la busco en mis sueños pero despierto en la realidad. La busco en el silencio de la noche, en el vuelo de las mariposas, en la brisa de la mañana y entre las flores del campo. En lo más profundo de mi alma, en algún rincón del mundo y en todos los días de mi vida la seguiré buscando. Tengo certeza que anda escondida en algún lugar de esos, pero aún no la he podido encontrar.

domingo, 11 de abril de 2010

Redistribución de la riqueza

El día había amanecido con una temperatura de tres grados bajo cero. Corrían los últimos días del mes de Agosto y aún era normal que hiciera tanto frío. Santiago se despertó a las siete y cuarto, tomó un café bien caliente y como todos los jueves, antes de partir para su trabajo telefoneó a su tía Sheila. El timbre sonó siete veces y nadie respondió. Esperó unos minutos, volvió a llamar, obtuvo idéntica respuesta y cortó. Evidentemente el teléfono no debe estar funcionando bien, pensó Santiago. Desde el día en que su tía había quedado viuda (y de esto hacía casi veinte años), no existió una sola mañana de jueves en que no se comunicara con ella. Apurado por la hora, tomó su abrigo y se dirigió hacia el subte pensando en darse una vuelta por casa de su tía en cuanto se desocupara del trabajo. A eso del mediodía el cielo se puso gris, Santiago recibió una llamada de un vecino de su tía quien le comentó que hacía días en que no sabían nada de ella. Ya nadie la veía salir a barrer y ni siquiera a hacer las compras. En un segundo la preocupación se transformó en desesperación. Así que corrió hasta la casa, tocó timbre y como nadie atendió, decidió entrar. Al abrir la puerta se encontró con el peor de los panoramas y la desesperación se fusionó hasta llegar al estado de tragedia. La autopsia revelaría unos días mas tardes que la causa de la muerte había sido un ataque cardíaco. Sin marido y sin hijos de por medio, el único heredero sería su sobrino. La sucesión judicial duró unos largos cuatro meses. Pasado este tiempo, Santiago vendió los muebles de algarrobo, regaló la colección de libros de artes de su tía y sacó a la calle el televisor blanco y negro que ni el museo quiso aceptarle. Con la venta de la casa mas unos dos mil dólares que encontró en la caja fuerte, Santiago podría cambiar su auto usado por uno cero kilómetro. Después de todo, no hay mal que por bien no venga.
Desde la vereda de enfrente y con necesidades totalmente opuestas, un cartonero, indigente o botellero (como prefieran llamarle) paró su carro de tracción pulmonar y cargó entre más basura el pequeño televisor blanco y negro que se encontraba desamparado en una esquina. Al finalizar el día, esta persona de escasos recursos había caminado más de ochenta cuadras, había pasado hambre y solo había conseguido unos míseros treinta pesos por la venta de la chatarra que había juntado durante esa tarde. Pero no solo tenía treinta pesos, también traía consigo ese televisor que nadie quería comprarle y que el creía ser capaz de hacerlo funcionar. Ya una vez dentro de su rancho de chapa y cartón, tomó un destornillador y se propuso no dormir hasta conseguir arreglarlo. Cuando lo abrió, la sorpresa mas impresionante se iluminó ante su rostro y los treinta pesos se multiplicaron por miles de dólares que se encontraban apiñados uno a uno en un rincón de esa TV. Una verdadera fortuna para su vida, mas precisamente unos ochenta mil billetes verdes. Y créanme que lo primero que pensó este hombre fue en devolverlos a su dueño, pero ese televisor había sido encontrado solo en una esquina cuyo nombre y ubicación exacta ya había olvidado.
Ese día el dinero bajó los peldaños de la clase media hasta llegar a la base del primer escalón. Gustos que Sheila prohibió a su vida y secretos no compartidos se esfumaron en segundos para convertirse en ilusiones de un pobre mendigo. Ese día lo que no pudo hacer el gobierno lo pudo hacer el destino.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Fin del mundo

Inevitablemente el fin del mundo ha llegado. Yo sabía que algún día ocurriría pero nunca pensé que sería testigo de ese último día. Evidentemente algo hicimos mal, los dioses se han enojado y nos han castigado apagándonos el sol. Todo comenzó alrededor del mediodía cuando el sol se ubicaba justo en línea vertical a nuestras cabezas. Al principio divisamos un punto negro en el borde superior izquierdo del sol. Pronto ese punto se fue expandiendo y en forma circunflexa de arriba hacia abajo, el sol fue desapareciendo. Los pájaros dejaron de cantar y volvieron a sus nidos. Nadie entiende nada. El cielo se tiñó de anaranjado y poco a poco quedamos inmersos en una profunda oscuridad. El cacique buscó la manera de mantener encendido al sol y ordenó que no dejáramos de tirar flechas de fuego en dirección al cielo. Al ver que nuestros esfuerzos resultaban inútiles, inmediatamente mandó a sacrificar a todos los niños varones menores de 7 años que se encontraban en la tribu. Este gesto, esta ofrenda a la pachamama, haría que los dioses encendieran nuevamente el sol.
Desapareció el sol y con el desaparecieron los atardeceres, el arco iris y todas las cosas hermosas de la vida. Dicen los sabios mas ancestrales que no desesperemos, que una leyenda cuenta que hace unos cuántos años atrás, civilizaciones pasadas vivieron un fenómeno similar y que con las ofrendas enviadas a los dioses, lograron que el sol poco a poco vuelva a aparecer casi de la misma forma en que había desaparecido. Hace unos minutos era de día y había un sol radiante, inexplicablemente en forma repentina quedamos sumergidos en las tinieblas de la noche. Yo, ya he tomado mi decisión, en unos minutos clavaré mi lanza sobre mi pecho y entregaré mi vida, quizás aún estemos a tiempo de detener esta catástrofe. El día debe volver a iluminarse.

martes, 8 de diciembre de 2009

Cuando pienso en usted

Cuando pienso en usted
todas las estrellas del universo empiezan a iluminar
miles de mariposas comienzan a revolotear
las flores abren pimpollos para mostrar
colores y aromas que quiero experimentar.

Luces de claridad
traen alas de libertad
pétalos de felicidad
apartan la soledad.

Cuando pienso en usted
puedo reír, cantar y volar
siento que todo se puede alcanzar.

Es que cuando pienso en usted
el amor traspasa la eternidad
y los sueños se convierten en realidad.

domingo, 29 de noviembre de 2009

A la espera de la salvación

"entre el cielo y la tierra hay mas filosofía de lo que tu sabiduría alcanza"
Y ahí estaba yo, más solo que nunca pero con el presentimiento de que me estaban observando miles de curiosos ojos. Recién habían transcurridos segundos en que había cerrado las puertas terrenales para encontrarme de frente con otro gran portal al cuál debía acceder. Jamás me había imaginado que el punto exacto entre la vida y la muerte sería un diminuto cubículo circular separado por dos grandes puertas que a la vez hacían de paredes. Techo no sé si había, era una especie de sala a cielo abierto. Sin dudas puedo asegurar que esa pequeña habitación era más grande de lo que parecía y que escondía en el aire los escritos y las penas de todas aquellas personas del mundo que transitaban por ese misterioso instante.
Ni bien cerré las puertas terrenales, avancé lentamente hacia la puerta que tenía a mi frente y la empujé tímidamente. Cómo no se abría, volví a intentar nuevamente pero esta vez con un poco más de fuerza. Comprobé finalmente que aún estaba cerrada y que debía aguardar a que alguien me abriese del lado opuesto. Debo admitir que nunca se me cruzó por la cabeza volver hacia la puerta que yo mismo había cerrado, pues la simple idea de que se vuelva a abrir me resultaba tan aterradora que el solo hecho de pensarlo me producía un escalofrío por todo el cuerpo. Ya conocía lo que había detrás de esa puerta y no tenía la más mínima intención de volver a cruzarla. Así que me senté a esperar mi turno y para matar la ansiedad me puse a escribir estas líneas. En un principio, pensaba contarles toda la historia de mi vida, pero lo que ocurrió aquel día se convirtió en el cuerpo principal de este relato. Aunque realmente no puedo aseverar cuánto duró esta pequeña odisea de estar en la antesala al paraíso, si fue un día o mas, o sin tan solo fueron horas o segundos. Es que allí uno pierde la noción de casi todo, el tiempo no es tiempo, no sé cómo explicarles.
En el preciso momento en el que la espera comenzaba a tornarse insoportable, se escuchó el ruido de una puerta abriéndose. Me paré abruptamente pensando en que por fin llegaría el momento en el que me reencontraría con mis seres queridos, pero lamentablemente la puerta que se abría no era la que yo quería, sino que era la misma por la que había entrado. Mayor fue mi sorpresa al encontrarme cara a cara con un muchacho vestido de payaso quien me confunde con San Pedro y me empieza a contar su vida. Me explica que había nacido en un pueblito poco conocido de la Europa Oriental, que sus padres eran los dueños de un circo, que durante su infancia no solo había aprendido el oficio de los malabares y piruetas sino que también debió trabajar para ganarse el pan y que a los 25 años, en uno de los tantos show de acrobacias se distrajo un segundo, calculó mal y cayó desde una altura aproximada de ocho metros. Y por ese error fatal acababa de cruzar la misma puerta que yo había cerrado minutos atrás. Le expliqué que no podía hacer nada, que esto no era el purgatorio y que yo no era San Pedro sino que estaba en su misma situación. Aclarado todo este mal entendido, el joven avanzó hacia la puerta, forcejeó unos segundos y tampoco logró abrirla. Se sentó a mi lado y cuando ya no sabíamos de que charlar, la impaciencia se volvió nuestra enemiga en común. Era la vigésima vez que intentábamos y la puerta seguía cerrada. Probamos golpeando la puerta, haciendo palmas, gritando socorro y nada. Nadie contestó nuestro llamado, ni siquiera rezando obtuvimos alguna respuesta. Hasta buscamos inútilmente algún mensaje que estuviera escondido en las paredes y mosaicos de la sala.
Resumiendo, yo, un anciano que había alcanzado los 95 años, y el joven muchacho de profesión payaso; los dos solos compartiendo un escenario desconocido y con el miedo persistente de quedar varados eternamente en el medio de la nada. Qué cosa extraña, acabábamos de morir y pareciera que en el cielo nadie estuviese preocupado por nosotros.
En un instante, la puerta volvió a abrirse y entró una mujer quien sin saludarnos comenzó a contarnos que ella también ya estaba harta de esperar. Nos dijo que eran varias las personas que estaban padeciendo nuestro mismo problema, que eran varias las salas de espera y que la puerta hacía rato que estaba cerrada y que creía que ya no la abrirían. El motivo textual: “el cielo está saturado de almas y no quepa ni un alfiler”. Luego, nos explicó acerca de la existencia de una sala de espera mas grande en donde se estaban juntando todas las personas que se encontraban en nuestra misma situación. Que no era el paraíso pero que era mucho mas confortable que estar en esta pequeña habitación. Nos describió que allí uno podía encontrarse con gente de todo el mundo y hasta con gente de otras épocas. Personas que habían vivido en el siglo V como personas del siglo XX. Era verdaderamente un crisol de almas de diferentes latitudes y de diferentes tiempos en donde la espera sería mas llevadera y en donde podríamos organizarnos en busca de una solución. Lo sospechoso era que la única que conocía cómo llegar hasta allá, era ella. Y para hacerlo debíamos salir por la puerta de entrada. Nos advirtió que confiáramos en ella, que no sería fácil pero que valdría la pena.
Esta era nuestra única escapatoria. Sin embargo el dilema que nos planteamos era saber qué nos esperaría del otro lado. La lógica indicaba que si esa puerta era la misma por la que entramos, casi seguro que nos volvería a conducir al mismo lugar en que estábamos minutos antes de morir. El payaso afirmaba que la mujer nos llevaría al lugar prometido. Yo sostenía que esa puerta nos devolvería al infierno terrenal. En verdad no quería cruzarla, pero la conjunción de una serie de elementos tales como ansiedad, soledad y desesperación, se sumaron a la insistencia de la mujer e hicieron que tomara la decisión que tanto temía. Así que tomé impulso y casi sin pensar en las consecuencias volví a cruzar la puerta.
Tan pronto como cruce la puerta, les juro que quise volver inmediatamente pero ya era tarde. Un golpe de electroshock despertó hasta la célula más ínfima de mi cuerpo y volví a aparecer en el lugar en el que estuve minutos antes de morir. Volví a ese maldito hospital, postrado en una cama con miles de tubos conectados y un grupo de médicos alrededor quienes celebraban mi reanimación. Quería moverme y no podía. Quería hablar pero tampoco podía. Solo podía ver y sentir los dolores de la muerte. En un estado de casi inconciencia, comencé a repasar los momentos mas importantes de mi vida. Había disfrutado de largas experiencias que hoy se convertían en una historia que pagaría por volver a repetir. No modificaría nada, excepto mis últimos 2 años en los que había tenido que sobrellevar esa enfermedad irreversible que poco a poco me fue sumergiendo en los abismos y las tinieblas espantosas del dolor y la agonía. Eso es algo que no me voy a cansar de cuestionarle al mundo moderno, la ciencia ha prolongado la vida humana pero en la mayoría de las veces (como en mi caso) a costas del sufrimiento ajeno.
Permanecí en este estado un largo tiempo, casi cuatro meses en el que los médicos hicieron todo lo posible por lograr mi recuperación. A pesar de todo, las cosas empeoraron día a día. Los familiares que en su momento se habían alegrado con mi supuesta “vuelta a la vida”, no hicieron mas que resignarse y uno a uno me fueron despidiendo en ese frío hospital. Y yo deseaba contarles de la existencia de otra vida, pero la comunicación me era imposible, mis limitaciones apenas me permitían abrir y cerrar los ojos. Tanto sufrimiento tuvo un fin. Después de esos interminables meses, mi organismo gritó basta y como a principios de este cuento, volví a cruzar la puerta de la pequeña habitación. Lo cierto es que ya no me importaba permanecer en esa sala a la espera de la salvación, ya no me importaba entrar o no al paraíso, solo quería que desaparecieran los dolores de mi cuerpo y en esa dimensión incierta conseguiría mi objetivo.
Al entrar me volví a encontrar en la misma sala en la que ya había estado. Esta vez era distinto, estaba convencido de que la puerta se abriría. A medida que me acercaba a la puerta una sensación de paz me fue atrapando. No se bien que es lo que habrá detrás de esa puerta. Lo importante es que yo ya había aceptado mi destino y evidentemente cuando uno acepta las cosas tal cual son, no hay paredón que nos pueda detener, desaparecen los candados y las puertas esperan ser descubiertas.

sábado, 3 de octubre de 2009

Buscando una estrella

Era una de las cosas que más le gustaba hacer: ni bien se hacía de medianoche, subía a su terraza, abría su sillita y se quedaba hasta altas horas de la madrugada contemplando el cielo estrellado. Ese era su espacio, su pequeña ventana para espiar el universo. La posibilidad de tener al mundo en sus manos lo llenaba con aires de grandeza, convirtiendo a su ego en el único dueño de todo ese cielo infinito. Esa sensación que experimentaba cada vez que subía a su terraza era algo indescriptible y para colmo no tenía que pagar ni un centavo por ello. Había llegado a contar hasta 33 estrellas en la ciudad, las que no se comparaban en nada a las 103 que había contado en sus vacaciones en el campo. Las estrellas lo llenaban de una paz extraordinaria, con ellas había aprendido la difícil tarea de escuchar el sonido del alma.
Sostenía con una seguridad inquebrantable que el amor de su vida se encontraba detrás de una de esas estrellas. Lo cierto es que sospecho que esa era la verdadera razón por la cual dedicaba su tiempo a observar el cielo. Aguardaba con ansias la noche en que caería desde el cielo aquella estrella fugaz que aterrizaría en sus pies para convertirse en mujer, en la mujer más hermosa que jamás haya imaginado. Él decía que pronto sucedería, que pronto esa estrella se interpondría en su camino. Lamentablemente nuevamente amanecía y siempre guardaba su sillita y decidía irse a dormir, pues tal vez en sus sueños pudiera encontrar a aquella mujer que la noche una vez mas le volvía a negar.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Noticias de este mundo.

Nunca había llegado a casa con la camisa tan transpirada como aquella vez, el viaje de la oficina a casa fue una odisea interminable. El día había sido mas que complicado, el calor sofocante había marcado los 39 grados y para colmo en Buenos Aires, en esta jungla de cemento en donde la humedad se convierte a la enésima potencia y el sol transforma las veredas en una enorme caldera agobiante. Por fin en mi hogar, sacándome el traje. La verdad que siento una gran envidia hacia todas aquellas personas que pueden ir a sus trabajos vestidos como se les antoja. No entiendo por qué estando en el siglo XXI, hemos logrado avanzar y cambiar tantas cosas pero aún no hemos sido capaces de modificar este protocolo anticuado de usar traje en verano. La ducha con agua fría fue un alivio mas que suficiente (aunque en verdad no era fría puesto que el sol había estado toda la tarde impactando de lleno sus rayos sobre el tanque de agua).
A pesar de que seguía haciendo mucho calor, era una noche espectacular. Preparé algo liviano para cenar y cuando ya estaba listo me senté en el jardín a disfrutar de mi plato. He aquí cuando sucedió todo lo que tengo para contarles. Es que fue justamente en ese momento en el que un objeto extraño cayó desde el cielo y golpeó contra mi cabeza. Este objeto, una simple piedra redonda de un diámetro de 5 centímetros, de un peso de unos 300 gramos y de un color rojizo plateado, tiene una apariencia y una procedencia mas que misteriosa. Lo que mas llama la atención es justamente su color espejado en el cual me veo reflejado todas las mañanas. Digo que cayó desde el cielo porque realmente es prácticamente imposible que viniera desde otro lado. He analizado todas las alternativas posibles, al principio pensaba que podía ser algún vecino pero rápidamente lo descarté pues ese razonamiento solo tendría sentido si el vecino fuese un superhéroe y gozara de una fuerza extraordinaria. Pensé también en que se podría haber caído de algún árbol, pero tampoco esto tiene lógica. Todas las hipótesis que imaginé, precipitadamente fueron refutadas. Con el tiempo me afiancé mas hacia mis teorías sobrenaturales que son las únicas que pueden explicar este suceso. Hoy en día sigo pensando en que ese objeto puede ser un pedazo de una estrella que se desprendió del universo y justo cayó en mi jardín o bien puede ser un objeto arrojado desde un plato volador no identificado.

Lo cierto es que recogí la piedra y la puse como adorno sobre el estante de mi habitación. Ya han pasado cinco años de aquel suceso y la piedra sigue brillando como aquel día en que cayó sobre mi cabeza. Algún día la llevaré a analizar, pero ya la siento parte mía y el miedo a desprenderme de ella es lo que me fuerza a no hacerlo. Ustedes piensen lo que quieran, pero les aseguro que esa piedra esconde un secreto que nunca me será revelado.

Noticias de otro mundo.

En una galaxia muy lejana, seres de otro mundo decidieron emprender una misión exploradora hacia el planeta Tierra. En aquellas regiones del universo se comenta que en la Tierra habitan seres inferiores, de inteligencia moderada y de comportamiento extraño. Hace años que se venía trabajando en este proyecto. Básicamente la misión consistía en lo siguiente: la nave partiría sin tripulantes para descubrir lo que ellos llamaban el planeta azul distante. Todo sería controlado desde una central de operaciones que estos seres inteligentes habían construido en su planeta para tal fin. Se estimó que la nave llegaría a la Tierra en un tiempo equivalente a unos 25 años terrestres. Luego aterrizaría en una zona inhóspita con el objetivo de recolectar muestras del suelo, de la atmósfera, fotos, videos y un montón de cosas mas. Una vez alcanzado su propósito, la nave emprendería el regreso hacia su lugar de origen.
Por fin había llegado el tan ansiado día, la nave se encontraba a unos pocos kilómetros de la tierra y se preparaba para el aterrizaje. Al entrar a la atmósfera terrestre, se produjo un desperfecto no previsto, el ángulo al cual debía ingresar, no era el adecuado y la fricción hizo que la nave se partiera en mil pedazos, pedazos que fueron vistos desde la tierra por unos pocos humanos afortunados quienes creyeron estar presenciando la caída de una lluvia de meteoritos. La misión había fracasado. Desde el otro lado del universo, los seres superiores hicieron todo lo posible por recuperar algún contacto con la nave. Ese proyecto que tanto tiempo les había demandado se hizo trizas justo en el mejor momento. Decepción, bronca e indignación. Sentimientos muy propios de la Tierra hicieron eco en estas latitudes.
Solo recibían señal de unas de las cámaras de video de la nave, la cual no servía de nada puesto que la imagen que llegaba se veía totalmente negra. Lo mas probable es que al desintegrarse la nave en diversos fragmentos, esta única pieza de video que emitía señal habría caído en el fondo del océano. Cuando ya todo se daba por perdido, uno de los técnicos de la central descubrió que la cámara era movida por una fuerza ajena. Por unos instantes se vieron sobre los monitores la imagen de un cielo terrestre totalmente estrellado e iluminado por una luna llena. Luego la cámara giró y se divisó un jardín en el cual había una mesa con dos sillas. Finalmente se observó lo que nadie imaginaba, la silueta de un terrícola que se miraba en el reflejo de la cámara. Ya han pasado cinco años de aquel suceso y la cámara sigue emitiendo señal como aquel día en que cayó sobre la Tierra. Los seres superiores analizan día a día el comportamiento de este humano que sin saberlo ha colocado la cámara en uno de los estantes de su habitación y aseguran que ese terrícola esconde un secreto que nunca les será revelado.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

La noche que no pudo ser.

La nostalgia de la noche que no pudo ser me tiene al borde de la locura. Pues ya ha pasado un largo tiempo en que se han apagado las luces de las esperanzas y yo sigo soñando con esa noche que no pudo ser. El deseo de que lo utópico algún día se vuelva realidad.
La noche en que te llevaría conmigo a pasear de la mano a orillas del mar para obsequiarte caricias de nunca acabar. La noche en que escogería la flor mas hermosa para envolverte en su aroma y susurrarte al oído mis sentimientos profundos y aquellas palabras que nunca supiste escuchar. La noche en que nos sumergiríamos en las aguas profundas de lo prohibido para luego subir hasta el cielo, perderme en los senderos de tu cuerpo y entre penumbras y estrellas entregarte mi alma y regalarte suspiros de mi corazón.
Todo eso ocurriría en una sola noche, en esa maldita noche que no pudo ser.

lunes, 17 de agosto de 2009

San Martín

Hoy se cumple un nuevo aniversario de la muerte del general San Martín y sigo soñando aquello que las páginas de historia nos vienen postergando, con que algún día se haga posible el sueño imposible de la América unida. Aquí va mi pequeño homenaje para el prócer mas grande que tuvo la historia argentina:
"Padre de la patria, orgullo de todo buen argentino. Luchó desinteresadamente sin ambiciones personales y siguiendo el sendero del cóndor andino trepó hacia lo alto de la cordillera en busca del alba de la libertad. Nunca ensució su espada para conquistar territorios ni para conseguir riquezas materiales, sino para obtener el tesoro más preciado que necesitaba la América Latina: la libertad y la identidad de sus pueblos.
San Martín tenía muy grabado en su mente que todo buen ciudadano tiene la obligación de despojarse de codicias personales y materiales para ver a su patria rica y poderosa. Una de su mas grande y ejemplar virtud fue que no conoció ni ambicionó el lujo, llegó a donar sus magros sueldos, sólo conoció la gloria y en pobreza. A su hija Merceditas le dejó una serie de normas, en las cuales se basaba su filosofía de vida, como ser: amar la verdad, confianza en la amistad, respeto por la propiedad ajena, ser amable con los pobres... máximas que todos deberíamos practicar en nuestra vida. Murió un 17 de agosto de 1850. Sus restos descansan en la Catedral de la ciudad de Buenos Aires, y nosotros somos sus agradecidos y celosos custodios porque él fue, es y será: el Padre de la Patria."

sábado, 8 de agosto de 2009

Ojos

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Me encantan tus ojos,
me gusta observarlos, vislumbrarlos
y volver a contemplarlos.
Podría pasar horas mirándote a los ojos,
perdería la noción del tiempo fantaseando
y podría envejecer aguardando poseerlos.
Me encantan tus ojos
pequeños brotes del alma
hermosos luceros que al encenderlos,
dan luz a mi vida y despiertan mis sentidos.
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jueves, 30 de julio de 2009

Consecuencia de un amor perdido.

Se habían cumplido 3 meses de su partida. Sentía que la había perdido y que ya nunca la encontraría. Desde la proa miró hacia el horizonte como queriendo buscarla pero no vio más que kilómetros y kilómetros de agua rodeando su triste realidad. Perdido y sin rumbo... pronto todo terminaría.
Los días pasaban y seguía navegando en las tinieblas de la soledad a bordo de la ilusión de que pronto regresaría, y esa ilusión, ese pequeño barco de frágiles velas, en cualquier momento comenzaría a naufragar. Cada noche que pasaba miraba hacia el cielo y contemplaba la luna, se aferraba a la imagen de ella, recordaba sus besos, sus palabras, sus poemas e inevitablemente la angustia lo invitaba a llorar. Sin embargo, no se daba cuenta de que esas lágrimas derrochadas vanamente no hacían más que aumentar el caudal del mar y ese reflejo de la luna no hacía más que iluminar la consecuencia de un amor perdido. Era tan cruel consigo mismo que cada paso que daba lo llevaba a internarse aún más en altamar. Me atrevo
a asegurar que los días se habían convertido en una terrible monotonía, en una pesadilla de la que nunca despertaría. En el agua, las olas dibujaban el rostro de ella. En el aire, la brisa traía el perfume de ella. Todo era ella en ese inmenso mar.
Se resignó a pensar que el sol ya nunca aparecería y que las miles de nubes grises que lo acompañaban serían las únicas testigos de sus últimos días. Cansado y sin fuerzas se entregó a la agonía pues creía lo que no quería, creía que se ahogaría en el mar de la melancolía.

domingo, 26 de julio de 2009

Mujer



Eres la dueña de mis pensamientos
y la culpable de todas mis fantasías.
mujer, eres la inspiración de mis poesías.
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Tengo sed de tu miel
hazme beber sin que derroche
quiero escribir en tu piel
los versos más dulces esta noche.

sábado, 25 de julio de 2009

Prólogo de bienvenida

Hace un tiempo atrás, charlando con un amigo, también aficionado a la escritura, surgió el tema de que muchas veces a uno se le ocurren miles de ideas para escribir y luego por el simple hecho de no ponerlas en práctica, las mismas quedan flotando y perdidas para siempre en el espacio.
Así que me alentó a abrir este blog justamente para crear un espacio (valga la redundancia) en el cual esas ideas puedan quedar plasmadas y ser compartidas con ustedes.
Alguna vez me pregunté a mi mísmo qué era la escritura y creo que la respuesta mas acertada que se me ocurrió es la siguiente:
"La escritura es el arte de coordinar las palabras y transformarlas en melodías, la magia de la imaginación que permite romper las barreras del silencio, traspasar las fronteras y perdurar eternamente en una simple hoja de papel"
Aquí comienza mi blog, espero que les guste, saludos y abrazos para todos.