Inevitablemente el fin del mundo ha llegado. Yo sabía que algún día ocurriría pero nunca pensé que sería testigo de ese último día. Evidentemente algo hicimos mal, los dioses se han enojado y nos han castigado apagándonos el sol. Todo comenzó alrededor del mediodía cuando el sol se ubicaba justo en línea vertical a nuestras cabezas. Al principio divisamos un punto negro en el borde superior izquierdo del sol. Pronto ese punto se fue expandiendo y en forma circunflexa de arriba hacia abajo, el sol fue desapareciendo. Los pájaros dejaron de cantar y volvieron a sus nidos. Nadie entiende nada. El cielo se tiñó de anaranjado y poco a poco quedamos inmersos en una profunda oscuridad. El cacique buscó la manera de mantener encendido al sol y ordenó que no dejáramos de tirar flechas de fuego en dirección al cielo. Al ver que nuestros esfuerzos resultaban inútiles, inmediatamente mandó a sacrificar a todos los niños varones menores de 7 años que se encontraban en la tribu. Este gesto, esta ofrenda a la pachamama, haría que los dioses encendieran nuevamente el sol.
Desapareció el sol y con el desaparecieron los atardeceres, el arco iris y todas las cosas hermosas de la vida. Dicen los sabios mas ancestrales que no desesperemos, que una leyenda cuenta que hace unos cuántos años atrás, civilizaciones pasadas vivieron un fenómeno similar y que con las ofrendas enviadas a los dioses, lograron que el sol poco a poco vuelva a aparecer casi de la misma forma en que había desaparecido. Hace unos minutos era de día y había un sol radiante, inexplicablemente en forma repentina quedamos sumergidos en las tinieblas de la noche. Yo, ya he tomado mi decisión, en unos minutos clavaré mi lanza sobre mi pecho y entregaré mi vida, quizás aún estemos a tiempo de detener esta catástrofe. El día debe volver a iluminarse.
Desapareció el sol y con el desaparecieron los atardeceres, el arco iris y todas las cosas hermosas de la vida. Dicen los sabios mas ancestrales que no desesperemos, que una leyenda cuenta que hace unos cuántos años atrás, civilizaciones pasadas vivieron un fenómeno similar y que con las ofrendas enviadas a los dioses, lograron que el sol poco a poco vuelva a aparecer casi de la misma forma en que había desaparecido. Hace unos minutos era de día y había un sol radiante, inexplicablemente en forma repentina quedamos sumergidos en las tinieblas de la noche. Yo, ya he tomado mi decisión, en unos minutos clavaré mi lanza sobre mi pecho y entregaré mi vida, quizás aún estemos a tiempo de detener esta catástrofe. El día debe volver a iluminarse.