sábado, 3 de diciembre de 2011

En un solo paso con muchos atajos


Llega el amor, el amor llena

Amo las alas de la libertad
Amo el placer de la paz
Amo la alegría de la vida
Amo la convicción de los sueños
Amo el sonido de lo divertido
Amo la justicia de la verdad
Amo la simpleza de la bondad
Amo la generosidad colectiva
Amo la fortaleza de la confianza
Amo la luz de la humildad

Del amor al odio hay un solo paso
Del odio al amor hay muchos atajos

Odio la oscuridad de la soberbia
Odio la debilidad de la duda
Odio el egoísmo individual
Odio lo complejo de la maldad
Odio la injusticia de la mentira
Odio el silencio de lo aburrido
Odio el escepticismo de la realidad
Odio la tristeza de la muerte
Odio el dolor de la guerra
Odio las cadenas de la esclavitud

Se va el odio, el odio vacía

sábado, 15 de octubre de 2011

Reir la vida

Reir la vida
Mostrar el alma a carcajadas
Dejarnos empapar con esa brisa
Y andar caminos sembrando sonrisas.

Reir la vida
Y limpiar todas las heridas
Oxigenar el cuerpo con esa energía bondadosa
Y transformarla en alegría contagiosa

Reir la risa
Reir hasta que nos duelan las costillas
Llorar la risa
Llorar hasta ahogarnos en la risa

Reir la vida
Reirla y disfrutarla hasta el último día.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Perderlo todo

Perderlo todo
Perder las amarras y salir a navegar
Perder el equilibrio y volverse a levantar
Perder una batalla y seguir luchando
Perder el juego y seguir jugando

Perderlo todo
Perder la pasión, perderla en un beso
Perder el aliento, perderlo en un suspiro
Perder el miedo, perderlo en todos los días

Perderlo todo
Perder la razón y escuchar al corazón
Perder la conciencia y aprender la lección
Perder el camino y desafiar al destino
Perder el tiempo y disfrutar el momento

Perder el dinero, perder un amigo
Perder la cabeza, perder un amor
Perderse en uno mismo y volverse a encontrar
Arrojar todo al agua y dejarlo perder
Hundir todo en el océano y que solo lo bueno sea devuelto por el mar.

Perderlo todo
Simplemente perderlo todo y volver a empezar

sábado, 20 de agosto de 2011

El fantasma

Si buscamos en el diccionario el significado de la palabra “borracho”, veremos que una de las posibles respuestas es la siguiente: persona que tiene trastornadas temporalmente las capacidades físicas y mentales a causa de un consumo excesivo de alcohol.
Hace ya un tiempo atrás me puse a investigar en forma más profunda este fenómeno extraño que suelen denominar como “borrachera”. Luego de un análisis exhaustivo en donde he observado el comportamiento de individuos que se inician en el hábito de la bebida, he investigado con parapsicólogos y médicos el proceso que atraviesa el cuerpo y la mente cuando una persona bebe; puedo decir casi con certeza que los resultados de mis estudios son asombrosos.
El significado del término borracho no es tan simple como nos describe el diccionario, sino que detrás de estas palabras se esconde la figura de un fantasma. Si, escuchó bien (y no estoy borracho), un fantasma. Un fantasma que utiliza el alcohol como anestesia para apoderarse momentáneamente de nuestros cuerpos. Cuando una persona está ebria el alma empapada en alcohol, entra en un estado de semidesmayo y se queda dormida convirtiendo a su cuerpo en la presa fácil del fantasma. No se puede definir el punto exacto pero hay un momento, quizás la octava o novena copa, en que el cuerpo empieza a titubear, la visión se nubla y la cabeza se sube a una calesita. Es en ese preciso instante cuando el fantasma suele atacar. Quienes toman casi ni se dan cuenta, el fantasma no les roba el alma sino que aprovechando esta situación, se apodera de sus cuerpos y sus movimientos. Una vez cumplido este objetivo, el fantasma tiene libertad de acción con nosotros pero solamente por el término de unas horas. Cuando definitivamente comienzan a desaparecer los efectos de la borrachera, se verá obligado a abandonarnos.
A través de charlas que he mantenido con personas que aseveran la existencia del fantasma, he recabado infinidad de anécdotas con las cuales no solo podría escribir un cuento, sino que podría editar un libro entero.
Entre las historias más populares, muchos recuerdan la noche en que el fantasma se apoderó del cuerpo de un pescador que había estado toda la madrugada bebiendo alcohol. Esa vez el whisky fue la bebida utilizada como nexo para atacar. A eso de las ocho de la mañana, cuando la botella ya estaba vacía, el pescador bajó hasta la playa y se internó con sus redes en el mar. Como todas las mañanas dio un par de vueltas en el agua, esperó un tiempo prudencial y finalmente recogió las redes. En la orilla desenvolvió los hilos y seleccionó uno por uno los peces atrapados. Depositó en un baúl de madera aquellos peces que tenían un tamaño considerable y un alto potencial de venta, mientras que los peces de tamaño inferior los arrojó nuevamente al mar.
En su segundo intento de pesca, mientras envolvía la red descubrió que el peso de un gran pez dificultaba su tarea. Tiró con fuerza hacia la orilla y al llegar a tierra firme sus ojos observaron atónitos a la joven y bella sirena que se hallaba envuelta entre las redes. No podía creer lo que estaba viendo, una figura con torso de mujer pero con cola de pescado en su parte inferior. El pescador forcejeó unos minutos con la sirena que luchaba por ser liberada y regresar al mar. Cuando finalmente pudo controlarla, la metió dentro del baúl de madera y la cerró con candado para que no pudiera escapar. El hombre dispuesto a hacerse millonario llamó a los medios de televisión para vender las imágenes de la primicia. En el pueblo todo fue una revolución, las sirenas dejaban de ser un ser mitológico y estaba en el cofre la prueba de su existencia. Una vez negociado el precio con una de las más importantes cadenas de televisión, el cofre fue abierto, saliendo a la luz la verdad. En ese instante los canales transmitieron en vivo y en directo las imágenes de una rubia mujer vestida con traje de neoprene y patas de rana, quien a los gritos explicaba que ella era simplemente una nadadora que había sido privada de su libertad por este loco e imbécil borracho. Todo había sido una confusión o mejor dicho otra de las tantas travesuras del fantasma.
Muy conocida es también aquella vez en que el fantasma hizo de las suyas con una mujer de alrededor sesenta años que se encontraba de vacaciones a bordo de un crucero. Es que cuando anunciaron por los altos parlantes del barco que habilitaban una hora de caipirinha gratis, el fantasma no tuvo mejor alternativa que acostarse en una de las reposeras de la proa y deleitarse con su próxima víctima. Así fue como apareció esta pobre mujer en las inmediaciones de la barra de tragos y comenzó a beber desaforadamente. Ya después de una hora, cuando el alcohol comenzaba a fluir como oxígeno por el cuerpo de esta mujer, el fantasma no dudó y atacó. Rápidamente la mujer se convirtió en el hazme reír de la tripulación. Risas, gritos, bailes ridículos y hasta un desnudo delante de la multitud fueron protagonizados por la mujer que actuaba semejante papelón ante la connivencia dolosa del fantasma.
Los borrachos nunca se acuerdan lo que hicieron porque todo lo hace el fantasma. Algunas teorías afirman que en verdad no se trata solo de un fantasma, sino que son varios distintos, cada uno de ellos con una personalidad diferenciada, estando aquel que gusta de las fiestas y la diversión, como aquel extremo opuesto que disfruta de recuerdos y melancolías. Los expertos que han intentado estudiar este fenómeno aseguran que los fantasmas son en realidad almas a las que se les ha negado el acceso al paraíso y que fueron condenadas para siempre a morar en una dimensión incierta. Con el tiempo estos fantasmas supieron ingeniárselas y descubrieron que a través del alcohol podían apoderarse de los cuerpos terrenales y aunque el efecto no durara mucho tiempo, se convirtió en la forma más eficaz para volver a vivir pequeñas experiencias humanas.
Generalmente se los puede encontrar en las fiestas, ya que es allí en donde abunda el alcohol en cantidades y las personas que disfrutan de beberlo en exceso. Una de las bromas preferidas del fantasma es la de abandonar el cuerpo de sus víctimas en el instante en que se vuelven a sus casas, suelen hacer despertar a la persona en el momento en que el colectivo o el tren está llegando al final del recorrido. Son miles los casos de jóvenes que toman el tren para volver a sus casas y teniendo que bajar en la estación de Ramos terminan despertando en la estación de Moreno. Otras bromas que realizan con frecuencia es la de dejar a sus víctimas durmiendo en lugares ridículos, siendo muy conocidos los casos de madres que despiertan y encuentran a sus hijos dormidos en las bañaderas de sus casas.
Es importante aclarar que el fantasma no mata, pero saca a la luz las peores miserias de nuestras vidas. Personalmente quiero dar fe de su existencia pues yo también he sido una de sus víctimas. Todos somos vulnerables a sufrir uno de sus ataques. En familia o con amigos, en cualquier reunión, fiesta o lugar en donde haya una copa de alcohol, ten la certeza que el fantasma anda ahí, al acecho y en busca de su próxima víctima.

sábado, 25 de junio de 2011

Hormigas

Algunos dirán que fue mi primer amor de verano, para mi es simplemente una vieja y triste historia que se mantiene oculta en un rincón oscuro de mi mente afectiva. Digo que es vieja porque todo ocurrió allá lejos y hace tiempo cuando apenas tenía 6 años. Digo que es triste porque no tiene un final feliz, porque ni siquiera en la más perfecta película de Hollywood podría haberse imaginado un desenlace tan cruel como el de esta historia. Recuerdo perfectamente cómo empezó pero más recuerdo cómo fue que terminó.
El comienzo fue un día caluroso del mes de enero, una de esas tardes en las que el termómetro se acerca a los cuarenta grados y en la que la siesta se convierte en el refugio favorito de la gente. Después del almuerzo mi padre me ayudó a inflar las gomas de la bicicleta para salir a dar unas vueltas. El momento justo en que la vi por primera vez fue ese, cuando abrí la puerta de casa. Estaba tan atolondrado que casi la atropello con la rueda delantera. Clavé los frenos de golpe y sin pedirle disculpas la dejé pasar. Ella era morena, esbelta y perfecta, de andar ligero y elegante. Traté de seguirla pero los límites que me habían impuesto mis padres eran para cumplirse y exigían que con la bicicleta sólo se me permitiera andar de esquina a esquina. Esa tarde no hubo forma de perseguirla. Obnubilado y anonadado la perdí de vista apenas cruzó la línea de la ochava.
Por suerte durante la semana siguiente, similar escena se volvió a repetir. En muy poco tiempo, el hábito de sentarme a esperar para verla pasar se convirtió en rutina diaria. Pero no podía quedarme solo con esa imagen, no podía dejar mis sentimientos relegados, necesitaba saber mas información. No era normal que se produjese semejante admiración sin siquiera cruzar una palabra. Quién era, dónde vivía y cómo era su vida eran los datos que mas me generaban intriga. Diseñé un plan para averiguar este objetivo. Tenía un dato cierto: sabía que ella tenía la costumbre de pasar todos los días alrededor de las tres de la tarde por la puerta de mi casa. El día elegido había sido el viernes, en casa la esperaría y en el momento en que pasara, disimuladamente la seguiría.
Cuando llegó el día viernes, un rato antes de la hora pactada, a eso de las dos y media de la tarde, me senté sobre el umbral a esperarla. En vano fue la espera pues esa tarde no apareció. La causa de su ausencia en su momento fue un misterio que supe entender años mas tarde. Creo que fue la lluvia que cayó ese día sobre la ciudad de Buenos Aires la razón principal por la que se permitió no aparecer.
La decisión de esperar al día siguiente fue acertada. A las tres y dos minutos allí venía con su paso apresurado como siempre. Cargaba en sus manos unas hojas. Casi sin que se diera cuenta comencé a perseguirla. Ella caminaba bien pegada a la acera y yo disimuladamente, como un detective, detrás de sus pasos. Al llegar a la esquina de la calle Cervantes, sin cruzar de vereda, giró a la derecha y siguió con paso firme por las baldosas de la calle Sánchez. Yo seguía allí, sigilosamente atento a sus movimientos. Por aquella cuadra en donde los árboles frondosos apenas dejan un espacio angosto para caminar, avanzó unos 30 metros y se metió en una casa vieja y sucia que yo creía abandonada. Era una casa de color rosa pálido con rejas negras y con un pequeño jardín en el frente. El jardín estaba bastante descuidado y se había convertido más bien en una tapera de yuyos. Regresé a casa con la certeza que la misión estaba cumplida, había logrado averiguar su domicilio y ya no tendría necesidad de aguardar hasta las tres de la tarde para poder apreciar su presencia.
Así pasé mis tardes de verano dominado por esa loca y elemental necesidad de sentir su presencia, necesidad de ir hasta la puerta de su casa y esperar el momento en que saliera. Ella constantemente me ignoraba. A decir verdad, creo que nunca se dio cuenta de mi presencia. Mi hermano mayor me decía que todas eran iguales, que dejara de preocuparme y ocupara mi cabeza en otras cosas.
Lamentablemente todo principio debe tener un final y el 3 de Febrero fue el día del juicio final. A partir de ese día, ella ya nunca más volvería a frecuentar el frente de mi casa. Fue por culpa de un maldito vecino que la asesinó a sangre fría. La dejó tendida sobre el pavimento y con gesto de despreocupación siguió su marcha como si nada hubiese ocurrido. Además de mí, había 4 o 5 testigos más presenciando la escena del crimen, pero nadie se inmutó ante tan terrible atrocidad. Como si fuese normal andar por la calle cometiendo este tipo de acto. Yo solo tuve reflejos para correr en su ayuda pero lo hecho ya estaba hecho y el tiempo no puede volver atrás.
Mi padre me dijo que no debía llorar por tonteras. Pero esa era su forma de pensar, el punto de vista de una persona grande. Es que las personas cuando crecen se olvidan de dónde venimos, se olvidan de nuestra única y vital identidad. Para mí no era ninguna tontera, era lo más cruel que podía ocurrirme. El mundo en el que yo creía estar viviendo no era tan perfecto y justo como lo había imaginado. Ver a un adulto levantar su pie derecho y golpearlo con fuerza contra el suelo con el fin de aplastar a un ser pequeño e indefenso merece el peor de los castigos. O acaso a vos te gustaría que mañana apareciese un gigante y te aplastara con sus pies o sus manos y te matase en tan solo un instante. Sin dudas, solo una persona sin alma y sin corazón tiene las agallas y el coraje suficiente para cometer semejante brutalidad.

sábado, 16 de abril de 2011

La desconfianza


Habían pasado ya cuatro días y la tostadora seguía rota. Es que desde aquella mañana en que dejó de funcionar, Paula había estado demasiado ocupada como para detenerse a pensar en cómo resolver dicho problema. Por suerte había llegado el tan ansiado día sábado, día en que el estereotipo común de la gente tiene tiempo para ocuparse de aquellos temas que la semana les dejó en la lista de pendientes. En busca de una nueva tostadora, Paula se dirigió a una conocida casa de venta de artículos para el hogar. Al entrar, rápidamente un vendedor se acercó a ella.

- Buenos días señora. Bienvenida a la casa de electrodomésticos más importante de la Argentina. ¿En qué puedo ayudarle?

- Buen día, ando buscando una tostadora porque resulta que la que tengo en casa se me rompió hace un par de días atrás y no consigo quien me la pueda arreglar. ¿Ustedes por casualidad no reparan electrodomésticos?

- Mire señora, acá no reparamos, solo vendemos productos nuevos. Igualmente reparar una tostadora usada no tiene mucho sentido; el precio que puede llegarle a salir el arreglo es similar a lo que sale comprar una nueva. Yo le recomiendo comprar una nueva, permítame mostrarle los modelos que tenemos disponibles. Venga por aquí por favor.

Sin pronunciar una palabra y casi en forma obligada, Paula siguió al vendedor. Pasando el stand de los lavarropas giraron hacia la izquierda y caminaron hasta el final del pasillo hasta llegar a la góndola en donde estaban expuestas las tostadoras. El vendedor tomó una de ellas.

- Esta es la marca más económica que tenemos, sale $89, permite descongelar, tostar y viene con bandeja recolectora de migas. Después por un poquito más tiene esta, que viene con 5 niveles de tostado y sirve para todo tipo de panes.

- ¿Y esa cuánto sale?

- Esta le sale $109. Si lo que anda buscando es algo de mejor calidad, le recomiendo estos modelos que ya vienen con 2 ranuras para todo tipo de panes, permiten controlar el nivel de tostado y el precio va desde los $139 a los $169. Mire lo que es esta tostadora, viene terminada en acero inoxidable, con paredes frías al tacto y 7 niveles de potencia. Esta es la mejor tostadora que hay en el mercado, capaz de hacer feliz a cualquier persona.

- No diga pavadas, la felicidad no existe.

- Existe, solo hay que saber encontrarla.

- Mas que encontrarla, yo diría que hay que ser vendedor para saber inventarla.

A Paula no le interesaba el precio, ni siquiera las múltiples aplicaciones secundarias que podía tener una tostadora, ella simplemente quería tener sus deliciosas tostadas humeantes en las mañanas de su desayuno. Así que sin pensarlo demasiado decidió:

- Llevaré la que cuesta $109.

- ¿La quiere en color blanco o negro?

- El blanco me gusta mas.

- ¿La va a pagar en efectivo o con tarjeta?

- Con tarjeta en 6 cuotas por favor.

- Perfecto, en 6 cuotas tiene un recargo financiero del 10%.

- No hay problema por ello.

- Le comento el tema de la garantía. El producto ya viene con una garantía de fábrica pero es solo por 3 meses. Nosotros le ofrecemos una garantía extendida por un año. Usted me dijo que lo pagaba en 6 cuotas, así que solo tendría que abonar $5 más en cada cuota y se asegura de estar cubierta ante cualquier desperfecto que la tostadora pudiera llegar a tener en el plazo de un año contado a partir de la fecha de compra.

El paso del tiempo, que ya marcaba surcos en el rostro de doña Paula, le había enseñado el hábito de ser y actuar con cautela. En la vida nadie regala nada. Ese pensamiento fue lo que hizo que Paula adquiriera el defecto (que algunos llamaban virtud) de transformarse en una persona que desconfiaba hasta de su propia sombra. Rápidamente hizo la cuenta mentalmente: 6 por 5 representaban $30 adicionales, casi el 30% del valor del producto para una garantía que seguramente no utilizaría.

- Déjelo así, con la garantía de fábrica es suficiente.

- Piénselo señora, son $5 mas por mes.

- He dicho que no.

- Bueno, acompáñeme por caja por favor.

- Aguarde un momento.

En ese instante, Paula abrió su cartera, con sus manos sacó una rodaja de pan lactal y mirando al vendedor dijo:

- Antes de pagar quiero corroborar que el producto que me voy a llevar funcione correctamente. El vendedor sorprendido fingió una sonrisa y acotó:

- Quédese tranquila que todos nuestros productos funcionan en óptimas condiciones y son testeados por expertos antes de ser traídos al local.

- Todo lo que usted diga pero yo hasta no verlo no lo llevo.

El vendedor con una expresión ofuscada, enchufó la tostadora, introdujo la rodaja de pan en la ranura y bajó la perilla para que comenzara a calentar. Al cabo de 3 minutos, la tostadora seguía en funcionamiento. Paula y el vendedor se miraban desafiantes como queriendo ganar cada uno su propia batalla. Lo cierto es que la perilla de corte no funcionaba y luego de 5 minutos comenzó a salir humo. La tostada se estaba quemando y de a poco se iba convirtiendo en carbón. El vendedor no tuvo otra opción que aceptar su derrota y desenchufar el aparato para que dejase de calentar.

- ¿Y qué me dice de sus productos testeados por expertos?

- Disculpe señora. Puede fallar y esta vez falló. Ya se la cambio por otra tostadora.

Al rato regresó con una nueva tostadora y repitieron el proceso para corroborar que funcionara correctamente. Esta vez antes de que se cumplan los 3 minutos el aparato cortó en forma automática dejando que la tostada se asomara a la superficie en un salto casi perfecto. La rodaja de pan que hace unos minutos era blanca como una hoja de papel, se había convertido ahora en una flamante tostada dorada que esperaba ser untada en manteca y dulce. Al ver que el aparato funcionaba en óptimas condiciones, el vendedor preguntó nuevamente si lo pagaría en efectivo o con tarjeta, a lo que Paula respondió con tono firme y desconfiado:

- Déjelo nomás, cualquier cosa por la tarde me pego una vuelta.

domingo, 16 de enero de 2011

La cárcel de la libertad

Era difícil de entender. Ninguna de las dos posturas parecía ser la mas acertada. Por un lado estaban los ultraderechistas que afirmaban que los delitos de robo y asesinato debían ser castigados con la pena máxima de prisión. Pena que condenaba al reo a pasar el resto de sus días en una pequeña celda. “El delincuente debe pudrirse en la cárcel”, “el que mata tiene que morir”; eran las frases que mas se escuchaban en las elites populares que apoyaban estas ideas. Por otra parte, estaban los defensores de los derechos humanos, quienes sostenían que el preso era una víctima del sistema social y por tanto la solución no era el encierro sino que había que generar políticas de gobierno que permitieran educarlos y reinsertarlos en la sociedad.
Las autoridades de “La Calota”, un pequeño pueblito ubicado en el sur de la Patagonia Argentina, creían haber encontrado la respuesta perfecta al dilema: habían construído “la cárcel de la libertad”, una cárcel erigida en el medio del desierto patagónico que rompía con todos los estereotipos modernos. Es que pensar en una prisión en donde no existieran las celdas no tenía mucha lógica. El preso estaba al aire libre y eran los policías quiénes estaban detrás de las rejas. Básicamente, las instalaciones de la prisión solo consistían en un pequeño edificio rodeado por un cerco perimetral. Dentro del cerco yacía el edificio y el personal policíal; fuera de éste, a la intemperie y en libertad estaban los prisioneros.
Fue un 18 de Febrero el día elegido para inaugurar oficialmente la nueva prisión. Ese día todos los destacamentos policiales de la ciudad fueron desocupados. La gente del pueblo se amontonó en la plaza principal para observar como los reclusos eran subidos a grandes helicópteros militares. Obviamente que ante la inexistencia de carreteras que permitieran llegar hasta “la cárcel de la libertad”, la única vía de acceso para cruzar el desierto era la aérea. Luego de un viaje de 1 hora se aterrizaba en la terraza de la nueva cárcel. Allí, los presos eran trasladados hacia la planta baja del edificio en donde los guardias encargados de mantener la seguridad y vigilancia, los despojaban de sus pertenencias, los acompañaban hacia el exterior y una vez cruzado el alambrado que protegía la prisión, se los dejaba en libertad.
Si bien estaban libres, el lugar era desolado, solitario y aburrido. Estaban rodeados de un paisaje gris, sin árboles y con apenas unos arbustos cuyas hojas eran secas. Parecía que estaban en el medio de la nada, en el medio de un gran bosque que había sido totalmente arrasado por las llamas de un incendio. Algunos dicen que en el momento de la creación Dios se habría olvidado de pasar por estos pagos, dejando una hoja en blanco en los libros del planeta Tierra. Hacia el norte, el sur, el este y el oeste, todo se veía igual. Tanta monotonía escondía cierto castigo.
Los presos no eran maltratados, sino que todo lo contrario. Cada uno era libre de iniciar una nueva vida, una vidad difícil ante las adversidades del desierto pero una vida digna y fuera de las rejas. Todos aquellos que se quedaban en las inmediaciones de la prisión recibían alimentos 3 veces por día y hasta tenían pequeñas chozas para refugiarse durante la noche. También se les ofrecía la posibilidad de recibir familiares y que los mismos se quedasen viviendo con ellos. Muchos otros optaban por emigrar y emprender a pie el largo camino que les permitiera retornar a la ciudad. Si bien era imposible cruzar caminando el desierto, algunos tenían la ilusión de poder alcanzarlo. Los pocos valientes que se animaban fracasaban en el intento y a los pocos días regresaban al refugio de la prisión. Los que no regresaban no era porque habían logrado la hazaña, sino que era porque el desierto les había ganado a su vida.
Jamás se supo la causa por la cual de un día para otro la cárcel dejó de funcionar y nunca mas se abrieron sus puertas. Sin embargo los archivos de la prisión esconden un dato curioso: durante los 45 años que la cárcel estuvo en funcionamiento, ningún preso murió de viejo, todos, absolutamente todos, murieron de angustia y soledad.