sábado, 16 de abril de 2011

La desconfianza


Habían pasado ya cuatro días y la tostadora seguía rota. Es que desde aquella mañana en que dejó de funcionar, Paula había estado demasiado ocupada como para detenerse a pensar en cómo resolver dicho problema. Por suerte había llegado el tan ansiado día sábado, día en que el estereotipo común de la gente tiene tiempo para ocuparse de aquellos temas que la semana les dejó en la lista de pendientes. En busca de una nueva tostadora, Paula se dirigió a una conocida casa de venta de artículos para el hogar. Al entrar, rápidamente un vendedor se acercó a ella.

- Buenos días señora. Bienvenida a la casa de electrodomésticos más importante de la Argentina. ¿En qué puedo ayudarle?

- Buen día, ando buscando una tostadora porque resulta que la que tengo en casa se me rompió hace un par de días atrás y no consigo quien me la pueda arreglar. ¿Ustedes por casualidad no reparan electrodomésticos?

- Mire señora, acá no reparamos, solo vendemos productos nuevos. Igualmente reparar una tostadora usada no tiene mucho sentido; el precio que puede llegarle a salir el arreglo es similar a lo que sale comprar una nueva. Yo le recomiendo comprar una nueva, permítame mostrarle los modelos que tenemos disponibles. Venga por aquí por favor.

Sin pronunciar una palabra y casi en forma obligada, Paula siguió al vendedor. Pasando el stand de los lavarropas giraron hacia la izquierda y caminaron hasta el final del pasillo hasta llegar a la góndola en donde estaban expuestas las tostadoras. El vendedor tomó una de ellas.

- Esta es la marca más económica que tenemos, sale $89, permite descongelar, tostar y viene con bandeja recolectora de migas. Después por un poquito más tiene esta, que viene con 5 niveles de tostado y sirve para todo tipo de panes.

- ¿Y esa cuánto sale?

- Esta le sale $109. Si lo que anda buscando es algo de mejor calidad, le recomiendo estos modelos que ya vienen con 2 ranuras para todo tipo de panes, permiten controlar el nivel de tostado y el precio va desde los $139 a los $169. Mire lo que es esta tostadora, viene terminada en acero inoxidable, con paredes frías al tacto y 7 niveles de potencia. Esta es la mejor tostadora que hay en el mercado, capaz de hacer feliz a cualquier persona.

- No diga pavadas, la felicidad no existe.

- Existe, solo hay que saber encontrarla.

- Mas que encontrarla, yo diría que hay que ser vendedor para saber inventarla.

A Paula no le interesaba el precio, ni siquiera las múltiples aplicaciones secundarias que podía tener una tostadora, ella simplemente quería tener sus deliciosas tostadas humeantes en las mañanas de su desayuno. Así que sin pensarlo demasiado decidió:

- Llevaré la que cuesta $109.

- ¿La quiere en color blanco o negro?

- El blanco me gusta mas.

- ¿La va a pagar en efectivo o con tarjeta?

- Con tarjeta en 6 cuotas por favor.

- Perfecto, en 6 cuotas tiene un recargo financiero del 10%.

- No hay problema por ello.

- Le comento el tema de la garantía. El producto ya viene con una garantía de fábrica pero es solo por 3 meses. Nosotros le ofrecemos una garantía extendida por un año. Usted me dijo que lo pagaba en 6 cuotas, así que solo tendría que abonar $5 más en cada cuota y se asegura de estar cubierta ante cualquier desperfecto que la tostadora pudiera llegar a tener en el plazo de un año contado a partir de la fecha de compra.

El paso del tiempo, que ya marcaba surcos en el rostro de doña Paula, le había enseñado el hábito de ser y actuar con cautela. En la vida nadie regala nada. Ese pensamiento fue lo que hizo que Paula adquiriera el defecto (que algunos llamaban virtud) de transformarse en una persona que desconfiaba hasta de su propia sombra. Rápidamente hizo la cuenta mentalmente: 6 por 5 representaban $30 adicionales, casi el 30% del valor del producto para una garantía que seguramente no utilizaría.

- Déjelo así, con la garantía de fábrica es suficiente.

- Piénselo señora, son $5 mas por mes.

- He dicho que no.

- Bueno, acompáñeme por caja por favor.

- Aguarde un momento.

En ese instante, Paula abrió su cartera, con sus manos sacó una rodaja de pan lactal y mirando al vendedor dijo:

- Antes de pagar quiero corroborar que el producto que me voy a llevar funcione correctamente. El vendedor sorprendido fingió una sonrisa y acotó:

- Quédese tranquila que todos nuestros productos funcionan en óptimas condiciones y son testeados por expertos antes de ser traídos al local.

- Todo lo que usted diga pero yo hasta no verlo no lo llevo.

El vendedor con una expresión ofuscada, enchufó la tostadora, introdujo la rodaja de pan en la ranura y bajó la perilla para que comenzara a calentar. Al cabo de 3 minutos, la tostadora seguía en funcionamiento. Paula y el vendedor se miraban desafiantes como queriendo ganar cada uno su propia batalla. Lo cierto es que la perilla de corte no funcionaba y luego de 5 minutos comenzó a salir humo. La tostada se estaba quemando y de a poco se iba convirtiendo en carbón. El vendedor no tuvo otra opción que aceptar su derrota y desenchufar el aparato para que dejase de calentar.

- ¿Y qué me dice de sus productos testeados por expertos?

- Disculpe señora. Puede fallar y esta vez falló. Ya se la cambio por otra tostadora.

Al rato regresó con una nueva tostadora y repitieron el proceso para corroborar que funcionara correctamente. Esta vez antes de que se cumplan los 3 minutos el aparato cortó en forma automática dejando que la tostada se asomara a la superficie en un salto casi perfecto. La rodaja de pan que hace unos minutos era blanca como una hoja de papel, se había convertido ahora en una flamante tostada dorada que esperaba ser untada en manteca y dulce. Al ver que el aparato funcionaba en óptimas condiciones, el vendedor preguntó nuevamente si lo pagaría en efectivo o con tarjeta, a lo que Paula respondió con tono firme y desconfiado:

- Déjelo nomás, cualquier cosa por la tarde me pego una vuelta.